Mundo ficciónIniciar sesiónRetiré mi mano, manteniendo mi compostura. No solté el aire contenido aunque era lo que más deseaba en ese momento. Antes de contestar, como era mi costumbre, detallé a todos los hombres del Don. Estaban tan armados como nosotros, sus ojos alertas y sus manos cerca de sus armas ocultas. Tenía que mantenerme alerta; no sería la primera vez que dos grandes jefes se traicionaran en un encuentro como este.
El Don sabía perfectamente que no éramos una familia por debajo de la suya. Éramos los Garibaldi, la familia de mafiosos que había decidido dejarlo en el trono del mundo de la mafia mientras hacíamos nuestro propio destino en los negocios de autos de lujo. Pero ambos éramos conscientes de que, si nos molestaban o nos sacaban de nuestra zona, solo teníamos que chasquear un dedo para ser los primeros nuevamente. —La situación es... complicada, Don —respondí finalmente, eligiendo cuidadosamente mis palabras—. Esas brujas, como usted las llama, no son simples advened






