—Señora Anderson… Señora —la llama Carla con un tono de voz suave para no asustarla. Alice frunce el ceño y luego abre sus ojos lentamente, encontrándose con la mirada de la sirvienta.
—Carla… —la menciona y luego se percata de que pasó la noche en el mueble.
—Te has quedado dormida, deberías pasar a tu habitación, esa no es una buena posición, señora —la observa tomar asiento.
—¿Qué horas son? —Alice se quita la manta y en ese momento ve su abdomen plano, recuerda su embarazo.
—Van a ser las 6 de la mañana, venga, la acompaño a su habitación.
—No… ¿Dónde está el señor Anderson?
—No pasó la noche aquí, señora.
—¿No…? —Para ella eso fue sumamente extraño—. Por favor, quiero un liviano desayuno, iré a darme un baño, necesito salir —se coloca de pie.
—¿Irá al doctor? Por favor, señora, cuide su salud.
—Sí… sí iré —Alice vuelve a sentir toda esa presión y pensamientos tormentosos.
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En la prisión.
Damián y Miguel están en la sala de espera, aguardando la confesión de Mariana, quien se