—¿No te agrada, verdad? —le pregunta al verlo dudar al hablar.
—No es eso…
—Me esforcé para esta reunión, es un día especial para ti —Alice se siente triste, y Damián se desespera porque cuando ella se pone así es difícil contentarla.
—Y lo agradezco, preciosa, no pienses mal, solo que no encuentro palabras para esta sorpresa. Sabes que no soy tan expresivo. No, no llores, por favor —suspira, y ella deja de mirarlo—. Perdón, soy un completo imbécil, escucha… es la mejor sorpresa de cumpleaños, ¿bueno? Y la decoración navideña te quedó perfecta, es… —mira a su alrededor— hogareña…
—¡No finjas, Damián! —retoma aire, y se le salen las lágrimas—. Yo solo quería mostrarte mi amor y la gratitud que siento contigo porque te has comportado de maravilla.
—Y lo has hecho excelente —posa sus manos en los hombros de la madre de sus hijos—. Eres todo para mí, Alice, todo. Y solo hay cosas a las que me debo acostumbrar, cariño, no llores, por favor —seca sus lágrimas—. Vamos a cenar.
—No, ya se me q