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MARÍA

MARÍAES

Chick Lit
Mary Ere  Completo
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Resumen
Índice

Sinopsis

bxgBadgirlArroganteRomanceDramaMatóncrecimiento del personaje

La vida no es lo que uno espera, María lo aprendió de la peor manera. Y de la peor manera, también, aprendió que amar no es tan fácil como uno se imagina. María sufrió demasiado, tanto que se convirtió en una mujer sin corazón y capaz de cualquier cosa por obtener lo que quiere. Pero la vida no es tan buena como quisiéramos, y es la vida quien le demuestra a María que uno viene al mundo para ser feliz a pesar de todo y qué, si uno lo olvida, ella siempre encontrará la manera de recordárnoslo. A la vida, o le seguimos el paso, o nos arrastra con ella. María se dará cuenta de ello sí o sí. Pero, ojalá no lo haga demasiado tarde.

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Último capítulo

  • XXXVI. LO QUE FUI, LO QUE SOY Y LO QUE SERÉ

    Recuerdo haber visto a mi padre, a mi hermano, a Leo y a Dan mirarme llenos de preocupación, luego de eso todos sonrieron y gritaron mi nombre, desesperados, cuando mis ojos volvieron a cerrarse.Después de eso todo había sido una inmensa y aplastante oscuridad que me asfixiaba. Todo era oscuridad y ese maldito frío que me congelaba alma y cuerpo.Sentía como si flotara en la nada, en una oscura y angustiosa nada. Cerré los ojos, no tenía caso dejarlos abiertos y, aun así, no podía ver nada. Cerré los ojos pensando que sería el fin, pero no fue así. Fue el inicio de una tortuosa situación.A pesar de haber creído, cuando me encontré con mamá, que podía volver a la vida por la felicidad que nunca tuve, me encontraba ahora en el recuento de los daños, el inventario de lo que, hasta ese momento, había vivido: lo bueno, lo malo, lo peo

  • XXXV. EL RECUENTO DE LOS DAÑOS

    —¿Qué has estado haciendo? —preguntó una mujer que reconocía de una fotografía.Le sonreí, a pesar de que tenía todas las ganas de llorar. Tener a mi madre frente a mí significaba solo una cosa: Había muerto.» Estás enorme y estás hermosa —dijo sonriéndome. Ella sí que era hermosa—. Ah, mi Mari bonita, de haber sabido que ibas a pasarla tan mal no te hubiera mandado con ese mal hombre.—Señor no es tan malo —aseguré—. Aunque puede que sí sea su culpa que todo terminara de esta manera. No debió ser tan complaciente conmigo.—Y tú no debiste ser tan caprichosa —señaló mi madre—. Te recuerdo muy activa, pero no tan traviesa. ¿Qué te pasó?—Tal vez el tiempo me echó a perder —sugerí sonriendo y ella

  • XXXIV. ¿SUEÑO O PESADILLA?

    Cuando abrí los ojos, me encontré tirada en mi cama, atada de pies y manos.—Buenos días, Meredith bonita —dijo Santiago acariciando mi cabeza.Él se encontraba sentado a mi lado. Yo sólo lo miré, no podía hacer mucho más. Aún trataba de entender lo que estaba pasando, pero mi cabeza no me seguía el hilo, por lo que debí esperar un poco.» ¿Pensaste en serio que te dejaría ir nada más porque sí? —preguntó burlonamente—. Tontita, tú eres mía y siempre será así.Santiago intentó besarme, pero aparté la cara, molesta.—¿Ahora soy tu perro?, ¿o porque me amarras? —pregunté sosteniéndole la mirada.Yo no era alguien fácil de intimidar. Había vivido tanto tiempo de la mano de la muerte que no temía que ese

  • XXXIII. DUDAS QUE MATAN

    Pasó una semana en que no supe nada de Leo, tampoco es que quisiera saber o que tuviera tiempo de buscarlo. No podía permitirme más dudas, el fin de semana me iría a vivir con Santiago y debía dejar las cosas resueltas. No podía irme con pendiente alguno, ni dejar a mi hermano colgado con nada así que, después de una semana de intenso trabajo, hice mis maletas y me despedí de todos.Sólo necesitaba dejar de pensarlo, de amarlo, de necesitarlo y las cosas se pondrían fáciles. Pero, lamentablemente, dejar de hacer eso era lo más difícil, porque Leo estaba grabado en mi corazón, en cada célula de mi memoria, en cada poro de mi piel, estaba en mí en todo momento.Cada segundo que pasaba dudaba más haber tomado la decisión correcta. Incluso pensé que tal vez debí haberlo intentado una vez más, tal vez, esa vez, serí

  • XXXII. UNA TONTA DECISIÓN, DOLOROSO FINAL

    —¿Qué te dijo Leo? —preguntó Ángel cuando salíamos de la casa y nos dirigíamos a trabajar.Bostecé casi a propósito, pero no pude evadir la pregunta, pues el silencio de mi hermano se prolongó hasta que di una respuesta.—Nada —informé—, no le dejé hablar.—¿Qué?, ¿por qué no? —cuestionó mientras ambos entrabamos al auto.—Porque eran las dos de la mañana, yo tenía sueño y que trabajar en la mañana—excusé y mi hermano me miró con los ojos entrecerrados.—¿Solo por eso? —preguntó, provocándome suspirar.—¿Por qué preguntas lo que ya sabes? —refunfuñé apartando la vista y mirando a la ventana—. Sabes que no fue sólo eso —dije—. La verdad es qu

  • XXXI. DESDE LAS CENIZAS

    Aún si hubiera querido dejar de pensar, no lo hubiera podido hacer, mucho menos cuando estaba a punto de enfrentarme a la verdad. No sería fácil, mi abuela lo dijo:“Te tomará tiempo, y será realmente difícil al principio. Pero si no desistes y te esfuerzas, vas a lograrlo. Después de mucha práctica será más fácil que respirar”Más fácil que respirar. En serio que mi abuela no me conocía. Yo estaba casi segura de que la cosa más difícil que yo había hecho en toda mi vida era justo eso: respirar.El camino a casa fue una tortura, horas y horas en las que mi cabeza giraba y giraba, en que mis desordenados pensamientos me ponían al borde de la desesperación. Pero no podía permitirme caer en lo mismo, yo había decidido que sólo volvería una vez que pudiera enfrentarlo todo, y justo recién

  • XXX. ATRAPADA EN LA MAREJADA

    Mi teléfono no dejaba de sonar, pero no podía contestar, no a Leo, porque él se había convertido en algo demasiado doloroso de enfrentar; además, no quería tener que escuchar más de sus palabras que me herían. Y tampoco podía responder a Ángel, o a papá, yo ni siquiera era capaz de articular una palabra sin ponerme a llorar.Pero, al contrario de lo que le había dicho a Leo, sí me importaban esas personas que él amaba, por las que él se preocupaba, pues yo las amaba también, yo también me preocupaba por ellas. De hecho, por esas personas que ambos amábamos, haría cualquier cosa en mis manos por no verlos sufrir, por no herirlos más.Así que, dadas mis actuales circunstancias, me reporté de la única forma que lo podía hacer, con un mensaje de texto.--------------------“Necesito t

  • XXIX. MALOS ENTENDIDOS

    —Buenos días, señorita María —saludó Dan un tanto desconcertado al verme entrar en la cocina cerca de las seis de la mañana.—¿Buenos días? —pregunté molesta—, son pésimas madrugadas. No he podido pegar el ojo en toda la noche. Estoy cansada, me duele la cabeza, pensé toda la noche y aún no sé qué hacer… ¿Qué me recomienda, Dan?—Un café, señorita —dijo poniendo frente a mí una taza de un líquido oscuro y de delicioso aroma.—Preferiría cianuro —musité—, así todo terminaría más pronto.Dan se quedó perplejo, mirando a una despeinada y desvalida María que se rendía al no ver opciones.—Eso es algo injusto —señaló mi mayordomo—, si se rinde ahora decepcionará a

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36 chapters
I. LA HUÍDA [PRIMERA PARTE]
MARÍA/Mary Ere
Sabía que correr no era la mejor opción, pero yo debía llegar a algún lado, tenía que salir de esa situación tan pronto como me fuera posible. Corría sin rumbo, también lo sabía, pero no había mucho más qué hacer, a final de cuentas, a algún sitio debía llegar. No es posible correr por siempre sin encontrar nada en tu camino. Algo pasaría, eso era seguro, no sabía qué y, para ser honesta, tampoco esperaba nada maravilloso. Tal vez un oscuro y desértico espacio en donde pudiera calmar mi agitado corazón, que no dejaba de pedir un respiro más profundo, y en donde pudiera tomar el tan anhelado descanso que mis piernas solicitaban.No aguantaría mucho más, eso también era seguro, pero no podía detenerme, no podía dejarme alcanzar, sería el fin si cayera en sus manos.Ya no me resta
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II. DESPERTAR
MARÍA/Mary Ere
No recordaba mucho de lo sucedido; en realidad, no sabía nada de lo que pudo haber pasado, solo sabía que estaba despertando en una cama, una cama de verdad, con sábanas genuinas. Ni siquiera podía recordar la sensación de eso, pero se sentía bastante bien.Abrí los ojos revisando mi entorno, una habitación iluminada y limpia. ¡La puerta! De pronto la puerta se convirtió en una enorme preocupación, el solo hecho de pensar que estaría atrapada de nuevo me quitó el aliento.Miré a todas partes para ubicarla y la encontré, sentí que respiré de nuevo, estaba allí y estaba abierta. No recuerdo haberme incorporado, pero una vez segura de que la puerta no interfería con mi libertad me dejé caer en esa almohada que en serio se sentía bien.Extrañamente tranquila, respiraba serena y profundamente, como no lo había
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III. UNA VIDA
MARÍA/Mary Ere
Seguía sumergida en mis pensamientos cuando escuché una risita, la causante era la cabecita que se asomaba por el arco de la puerta. La miré, dije hola, dijo hola y volvió a reír.Una pequeña niña entró a la habitación lentamente, revisándome de arriba abajo. Lo que habría dado entonces por poder responder a su carita sonriente con una sonrisa, pero no pude hacerlo, solo la miré sonreír sintiendo envidia de la buena.Ella me miraba con unos ojos que irradiaban emoción y curiosidad, que escudriñaban cada parte de mí y que, de haber sido posible, estoy segura desearían ver más allá de lo que alcanzaba su vista. Pero, por fortuna para ella, el ver al desnudo el alma de las otras personas no es posible, y de la mía no le habría gustado lo que tendría que ver.—Me llamo Loli —dijo—, ¿t&uacut
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IV. PREGUNTAS
MARÍA/Mary Ere
"¿Quién eres, qué quieres, quién te manda, cuál es tu propósito, qué buscas?" Unas cuantas de las muchas interrogantes con las que el señor Mateo se dirigió al agresor capturado.Me quedé helada cuando me señaló y, con una espantosa sonrisa delineándole el rostro, dijo que a mí.«¿A mí?, ¿por qué a mí?»Para ser sincera no quería saber la verdad, pero mis benefactores sí, por eso pensé en preguntar, pero su mirada inquisitiva y esa sonrisa burlona me robaron todo el valor que aún intentaba acumular. Quise huir de la verdad que se avecinaba, así que intenté salir del lugar, pero fueron sus palabras un rayo que me fulminó.—¿Te vas, princesita? Sentí el cuerpo pesado, tan pesado que no pude sostener
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V. RESPUESTAS
MARÍA/Mary Ere
—¿Lograron saber algo de ese tipo? —pregunté poniendo un temor fingido sobre la malsana curiosidad que me movía a preguntar.—Nada —respondió Mateo—, después de que saliste corriendo el sujeto se mordió la lengua y murió.—¿Murió?Incredulidad pura estaba detrás de la pregunta y, ante la respuesta afirmativa de Mateo, agaché la cabeza para que no pudiera ver la expresión de mi rosto. No podía fingir no estar feliz y, después de todo, la muerte de alguien no era algo que a Meredit le causara felicidad. Pero, tal y como lo esperaba, después de que alguien como Vic apareciera, las cosas no podían más que tensarse.—¿Sabes quién era él? —preguntó Mateo provocándome un choque de emociones.Mi necesidad de quedarme con ellos y mi deseo de segu
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VI. REENCUENTRO [Primera parte]
MARÍA/Mary Ere
—¿Y Vic? —preguntó alguien a mis espaldas cuando, después de cerrarla, recargué mi frente a la puerta. Era una voz desagradablemente familiar.—Si lo echas mucho de menos puedo enviarte con él, porque él no va a volver —informé girando mi cuerpo para encontrarme con un hombre alto y fornido de cabello grisáceo.Escuché una vez más esa tétrica risa que me ponía los pelos de punta, y que de verdad me hubiera gustado no haber tenido que escuchar nunca más.» Me daré un baño, estoy cansada —informé y caminé en dirección a mi habitación intentando no tener que entablar una conversación con él.—Las reglas no han cambiado —dijo sosteniendo mi mano que atrapó cuando pasé a su lado—. Aunque te pudra el hígado, nos veremos a las ocho
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VII. ÁNGEL Y MARÍA
MARÍA/Mary Ere
Después de que mi madre, la amante de Señor, muriera, éste debió hacerse cargo de mí. Me trasladé a su casa cuando yo tenía seis años de edad, ahí fue donde conocí a Ángel, el hijo legítimo de mi padre; él tenía nueve años.Viviendo juntos, todo el mundo pudo darse cuenta que Ángel y yo compartíamos muchas cosas: además del mismo padre, la madre de ninguno vivía, amábamos el aire libre, correr, el mousse de chocolate, odiábamos las fresas, adorábamos leer y, sobre todo, disfrutábamos de hacer todo eso juntos.Todos decían que junto a mí había llegado la alegría a la casa, Ángel no era más el niño solitario y apático que todos conocían, la casa no era más silenciosa e incluso el Señor había llegado a sonreír. Pero yo no cr
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VIII. SONRISAS FINGIDAS
MARÍA/Mary Ere
Pasaba de medio día cuando los golpes en mi puerta me obligaron a despertar y a salir de la cama.—Abre la puerta, María —escuché la que parecía la voz de Señor.Soportando el dolor de cabeza atravesé un departamento que me mataba con su claridad a cada paso que daba, y los golpes en la puerta me hacían incomodar mucho más. —Voy, ya voy —dije.Mi respuesta a los llamados de la puerta era casi suplica implorando silencio. Abrí la puerta y, en efecto, era Señor quien estaba delante de mi puerta, él y dos de los hombres en que más confiaba y que siempre estaban junto a él.—Te ves terrible —dijo después de entrar a mi departamento como si fuera su casa, yo solo le miré sin contestar a su halago.—¿A qué vino, Señor? —pregunté y él sonr&iacut
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IX. EL ÚLTIMO TRABAJO
MARÍA/Mary Ere
Llegamos a una elegante fiesta, el salón estaba iluminado en cada rincón, las damas vestían los más bellos vestidos, los hombres más pulcros, la comida más exquisita, todo era simplemente lo mejor de lo mejor, no se podía esperar menos de una fiesta llena de políticos y aristócratas.A pesar de que mi hermano y yo éramos élite social, todas esas personas no tenían idea de quienes éramos nosotros, pues, aunque nos movíamos por las mismas calles, nuestros mundos eran diferentes, ellos caminaban en la luz y nosotros en la sombra, por eso logramos pasar desapercibidos, como debía ser.Para muchos fuimos una joven pareja en un evento de beneficencia, pero para una persona fuimos el demonio reclamando su alma pecadora. ¿Su crimen? Quizá estar en el camino de alguien más, de quien nos había puesto en ese magnífico escenario q
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X. TERRENSE
MARÍA/Mary Ere
Mi abuela creía que los detalles de nuestra vida decían mucho de nosotros. Según ella, la fecha de cumpleaños, el color de ojos, la forma de los labios y cosas de ese tipo podrían definir nuestra personalidad y presagiaban nuestros destinos.Voy a suponer que todo lo que ella creía era cierto, y también creeré que no nací bajo la influencia indulgente de ninguna estrella, ya que eso bien podía justificar la vida que había tenido que soportar y el futuro que creía se avecinaba.Según me contaron, nací a las siete treinta y cuatro de la tarde, después de un tortuoso día de labor de parto. Yo no moriría a los veintiún años cumplidos exactamente, pero sí terminaría en esa misma hora lo que veintiún años atrás empezó: mi vida. "Aun respirando, hay personas que no viven." 
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