XXXV. EL RECUENTO DE LOS DAÑOS

—¿Qué has estado haciendo? —preguntó una mujer que reconocía de una fotografía.

Le sonreí, a pesar de que tenía todas las ganas de llorar. Tener a mi madre frente a mí significaba solo una cosa: Había muerto.

» Estás enorme y estás hermosa —dijo sonriéndome. Ella sí que era hermosa—. Ah, mi Mari bonita, de haber sabido que ibas a pasarla tan mal no te hubiera mandado con ese mal hombre.

—Señor no es tan malo —aseguré—. Aunque puede que sí sea su culpa que todo terminara de esta manera. No debió ser tan complaciente conmigo.

—Y tú no debiste ser tan caprichosa —señaló mi madre—. Te recuerdo muy activa, pero no tan traviesa. ¿Qué te pasó?

—Tal vez el tiempo me echó a perder —sugerí sonriendo y ella

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo