XXXI. DESDE LAS CENIZAS

Aún si hubiera querido dejar de pensar, no lo hubiera podido hacer, mucho menos cuando estaba a punto de enfrentarme a la verdad. No sería fácil, mi abuela lo dijo:

“Te tomará tiempo, y será realmente difícil al principio. Pero si no desistes y te esfuerzas, vas a lograrlo. Después de mucha práctica será más fácil que respirar”

Más fácil que respirar. En serio que mi abuela no me conocía. Yo estaba casi segura de que la cosa más difícil que yo había hecho en toda mi vida era justo eso: respirar.

El camino a casa fue una tortura, horas y horas en las que mi cabeza giraba y giraba, en que mis desordenados pensamientos me ponían al borde de la desesperación. Pero no podía permitirme caer en lo mismo, yo había decidido que sólo volvería una vez que pudiera enfrentarlo todo, y justo recién

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