El rugido de la batalla seguía desgarrando el bosque. Logan, aún en forma de lobo, atravesaba cuerpos de renegados con la furia de un depredador acorralado. A su lado, Jacob era un destello de plata y músculo, derribando enemigos con garras y colmillos
El suelo estaba teñido de sangre. El olor a hierro y sudor se mezclaba con el del miedo de los enemigos.
Desde el flanco derecho del campo, una figura se abrió paso corriendo. Zoe. Sus botas pisaban el barro mientras corría sin detenerse, su respiración nublando el aire helado. Sin perder tiempo, saltó hacia delante y, en el aire, su cuerpo crujió, estirándose y rompiéndose en la transformación. Su lobo, de un gris intenso con manchas negras, emergió en toda su fuerza.
Sin una palabra, Zoe se lanzó sobre un renegado que estaba a punto de desgarrar a uno de los guerreros de Logan. Sus fauces atraparon el cuello del enemigo y lo derribaron de un tirón brutal. La sangre le salpicó el hocico, pero sus ojos estaban fijos en algo más.
Un esca