Un Alfa estricto que necesita un heredero… Una humana que quiere ser mamá soltera… Un error. Un descuido. Un encuentro explosivo une a los compañeros predestinados en circunstancias poco convencionales. Secretos, traiciones, amor incondicional. Pero la vida no se detiene, y desde su nacimiento, tienen un destino que cumplir… lo quieran o no. ¿Qué otros vínculos los unen sin saberlo? ¿Qué secretos fueron enterrados para protegerlos? Cuando el pasado regrese, ¿se sentirán traicionados? Solo una verdad podrá darles esperanza: la fuerza de su vínculo… y el amor en sus corazones.
Ler maisP.O.V. Arón Taylor
Llegué hace un par de días a Canadá. He visitado algunas de las manadas. Me encanta llegar de improviso, merodear por sus alrededores y observar su funcionamiento. Así no pueden ocultar lo que sucede dentro de ellas. Destino bastante presupuesto para que todos estén bien. Como Alfa debo ejercer mi liderazgo en todos los campos, llevando a mi pueblo de la mano. Para mí, no existen los rangos por tradición. He luchado para que eso cambie. Que sean los méritos y talentos los que primen, pero como siempre, el puto concejo mete sus narices. Las manadas necesitan líderes de mente abierta, dispuestos a jugársela por su pueblo, que no discriminen y brinden oportunidades. Sin embargo, hay algunas que siguen considerando a los Omegas inferiores y a los humanos débiles, despreciándolos y negándose a aceptarlos. La diosa Luna es implacable ante los rechazos de sus destinados. Si tengo que reemplazar a los líderes completos de una manada, lo hago sin dudar. El castigo por su ineptitud es el destierro... o la muerte, pero antes les arrebato su lobo. Es algo con lo que no negocio, porque si mi decisión es quitarlos del poder, es porque bajo su mando perecieron vidas. Para muchos soy un Alfa cruel y despiadado por eso. A lo largo de estos años, he ganado enemigos, pero los cobardes se esconden en las sombras, esperando una muestra de debilidad para atacar. Mantengo una base de datos actualizada; un integrante no puede desaparecer así, nada más. Es una tarea difícil, sé que no me cumplen al cien por ciento, pero cada vida que logro salvar cuenta y por ahí se empieza. Estoy sumergido en tantos papeles, hay cosas que no me cuadran; mi teléfono comienza a sonar. Por el tono sé que es Lennon... Mi beta. "¿Qué habrá pasado en la manada…?" —Aló, dime, ¿qué necesitas? —respondo frustrado. Rara vez mi intuición me falla y en esa manada algo pasa. —Alfa, buenos días, ¿cómo estás? —escucho su risa sarcástica—. Lástima la plata que invirtieron en tu educación la gran Luna y el Alfa, que ni siquiera aprendiste a saludar. —Deja de joderme. Si llamas para molestar, estoy muy ocupado —contesto mientras reclino mi espalda en la silla. —Te llamo para recordarte que hoy tienes la cita en la clínica de fertilidad, para que dejes tus renacuajitos allí —oigo su risa burlesca. Si no fuera porque es mi mejor amigo, ya lo hubiera estrangulado por tomarme de burlesco. Respiro profundamente, miro la hora en mi reloj, faltan dos horas para la maldita cita, pero lo mejor es salir ahora y evitar algún contratiempo. Thor comienza a gruñir en mi cabeza, está molesto por lo que voy a hacer; sin embargo, es una buena opción para tranquilizar a mi madre y los perros del concejo. —Gracias por tu gentil preocupación, Beta —respondo en un tono zalamero. —¿Qué estás tramando, Arón? —Ves que contigo no se puede hablar coordinadamente, porque ya me andas difamando —carcajeo mientras escucho sus gruñidos de sorpresa—. Dame un segundo, acomodo los auriculares y enciendo el automóvil. Continuamos hablando durante el trayecto, le menciono mis inquietudes. Él comienza a revisar los archivos que tenemos sobre esa población y sé que concuerda conmigo. Ahora debemos elaborar un plan de acción para llegar al fondo del asunto. —¡No es posible que en esa manada no hayan nacido cachorras hace 15 años y las que llegan al mundo mueran sin una causa médica certificada! —gruñe casi dejándome sordo. —Eso es lo que quiero que investigues y espero que mis malos presentimientos solo sean eso, porque juro por la diosa que extinguiré la manada. Cada uno de los integrantes de ella es culpable por haber guardado silencio. Lennon me conoce bien y comienza con sus bromas, distrayéndome, algo que se le da bien. Creo que si no fuera mi Beta, sería comediante. Nos despedimos, ya que he llegado a la clínica. —No cuentes conmigo para esta idiotez —Thor me amenaza con no colaborar en absoluto—. Y no esperes escuchar mi voz, ¡¿No sé por qué la diosa me castigo con un humano tan testarudo? —gruñe enojado en mi cabeza. Trato de ignorarlo, pero es como un niño pequeño cuando algo le molesta, se torna insoportable. —Vamonos aún estamos a tiempo, deja está estúpida idea. —¡Ya basta! —gruño exasperado. —Señor, yo no le he hecho nada —dice con voz temblorosa y los ojos llorosos la enfermera que está frente a mí. —Disculpe, señorita, estoy hablando por teléfono —señalo los auriculares. Ella simplemente sonríe y se aleja. Llego al consultorio asignado, la enfermera saca unos folletos, me los entrega y comienza a explicarme como si fuera un niño que no sabe nada. Mi rostro muestra impaciencia, lo que hace que pase al siguiente paso y me lleve a una habitación. —Señor Taylor, ¿me he hecho entender? —pregunta la enfermera, sacándome de mis pensamientos, mientras me acerca dos frascos y me pasa el control del televisor donde hay películas bastante eróticas. Mi lobo vuelve a gruñir en mi cabeza. —Alfa, nunca te perdonaré esta humillación. Sabes que por llevarle la idea a esos idiotas nos estás dejando en ridículo. Esta vergüenza no tiene precedentes. —Deja la furia, solo serán unos cuantos minutos. Piensa que lo hacemos por el bien de la manada. Llenar estos frasquitos no es problema —digo, aunque por mi cuerpo corre la indignación. Miro las escenas e intento concentrarme; sin embargo, eso es repugnante, me da asco, maldigo para mis adentros. Thor está furioso. Camino de un lado para otro sin saber qué hacer. Pero algo ha despertado a mi lobo y lo tiene excitado. Mis ojos se llenan de lujuria al observar las escenas que antes rechacé. —¡Maldición! —mascullo entre dientes, siento cómo mi entrepierna se endurece y unos ojos púrpuras invaden mi mente. Deslizo mi mano por mi masculinidad, brindándome un placer exquisito. Imagino que quien me acaricia es la dueña de esos bellos ojos, la que recorre con sus delicadas manos mi longitud y toma el ritmo que hace que mi cuerpo se estremezca. Estallo con un gruñido y este orgasmo es tan intenso que, por un instante, podría jurar que alcancé a sentir que eran realmente sus manos en mí falo. Me repongo del momento, aún agitado, e intento hablar con Thor, pero me ignora por completo. Entrego las muestras y lo único en lo que pienso es en salir del lugar. Salgo muy distraído, recordando lo que pasó en esa habitación, cuando de repente choco contra alguien. Es una mujer, puedo percibir su olor humano. Pero no sé por qué el contacto con ella ha hecho que mi entrepierna se endurezca otra vez... —¡Mierda! —me siento avergonzado y trato de tapar el bulto que se ha formado en mi pantalón. Deben ser los efectos de la sesión anterior y la abstinencia que tengo. —Señorita, disculpe, venía distraído —digo, reaccionando para ayudarla a levantarse, pero ella sale corriendo. Debo haberle parecido un hombre grosero. —Arón, no la dejes ir, búscala —escucho en mi cabeza la voz de Thor. No sé por qué está tan inquieto, pero ahora no tengo tiempo de jugar a las escondidas. —¿Thor, acaso no te das cuenta del problema estético que tengo en medio de mis piernas? Si voy detrás de ella, asumirá que soy un acosador. —Haz lo que te digo, no la dejes ir —vuelve a replicar, lanzándome un gruñido. —Lo siento, pero no haré el papel de acosador. Además, ella no es mi tipo. —No es tu tipo; sin embargo, con solo tocarte hizo que la sangre te llegara a la cabeza de abajo —se burla mi lobo mientras me gruñe enojado, ya sabe que no iré tras la mujer. —Thor…POV. MaraCamino de un lado a otro en el salón de entrenamiento de los espadachines. Solo queda Regina. No es la más talentosa con la espada, pero su actitud y fortaleza compensan con creces su falta de agilidad.La observo desde lejos, tratando de calmar mis nervios. Ya han pasado horas desde que mi Angelito salió en busca de mi Diablito. Muerdo mis uñas como si con eso pudiera hacer que el tiempo se detuviera.Por Zeus, la angustia me está matando.—Zeus, dios de los dioses, protégelos y haz que lleguen pronto a casa, prometo…Estoy a mitad de una plegaria cuando la insoportable de mi conciencia decide meterse."Deja el melodrama… Estás peor que en La Rosa de Guadalupe. Son dos hombres poderosos, con solo mirarlos hacen temblar a cualquiera. ¿O acaso no has visto sus cuerpos…?"—¡Por supuesto que los he visto! —Mi lengua se humedece al recordar esos abdominales duros como la roca… y esos brazos que me aprisionan sin esfuerzo."Qué pregunta más estúpida. Si nada más los ves y ya te q
POV. Hades.El aire está cargado con un hedor a incienso y sudor, mezclado con el aroma denso de la lujuria y la perversión.La luz titilante de los pasillos proyecta sombras deformes sobre las paredes de piedra agrietada. Cada rincón de este lugar apesta a sexo y perdición.Estoy frente a esta mujer, rozando mi masculinidad contra su cuerpo, impregnándome de todos sus olores.—¿De dónde eres, guapo? —pregunta con una voz chillona que me taladra los oídos.Mi paciencia pende de un hilo.—Cállate, zorra —le ordeno con frialdad.Escucho pasos acercándose.Intentar salir junto a Serafín habría sido un suicidio. Conozco a Anubis. Es mi hermano, pero también es un ser sin sentimientos. Solo se quiere a sí mismo y arrasaría con cada persona en este lugar sin pestañear.Le prometí a mi Diosa proteger la vida de los aldeanos. Esa es la única razón por la que no huí con Serafín. No puedo faltar a mis promesas, y menos cuando en sus ojos aún veo dudas.Entro en la mente de la mujer y la obligo
Narrador Omnipresente.Zadquiel, bajo los efectos de una droga mezclada con licor, no puede controlarse. Parece un adolescente enloquecido, riendo y moviéndose con una energía desbordante. Su risa resuena en el bar, atrayendo miradas, especialmente aquellas que son peligrosas.El ambiente es sofocante. La música retumba en las paredes, mezclándose con el murmullo de voces y el estruendo de vasos chocando. Las luces de neón parpadean, tiñendo los rostros con un juego de sombras rojizas y azules.El aire está impregnado del humo de los cigarros y alcohol barato. Entre la multitud, algunos observan a Zadquiel con diversión, creyéndolo un borracho más, pero otros, los más peligrosos, lo miran con interés depredador.En un rincón, un grupo de centinelas de Anubis no les quita la mirada de encima.Desde que Hades cruzó la puerta, lo reconocieron de inmediato. Pero jamás imaginaron que este sería el día de su suerte.Porque, además del dios del Inframundo, también ha llegado el ángel, otro h
POV. ZadquielEste mundo es muy parecido a la Tierra, solo que aquí están gobernados por un dictador malnacido que se autonombró rey.Sí, Anubis. Ese hijo de puta tiene a toda la población bajo su dominio. Pensé que Hades era el peor, un demonio sin corazón...Pero la verdad es que, comparado con Anubis, Hades parece un lindo gatito ronroneando en los brazos de mi Diosa.—Esa mujer nos maneja con el meñique —suspiro, pensando en ello.Y ahora, con sus hormonas alborotadas, nos tiene locos. No sé cómo fue posible que quedara embarazada de los dos. Ese niño lleva mi ADN, pero también el de Hades.—¡Angelito! — la voz de mi amada suena quebrada, con un matiz de desesperación que no puedo ignorar.Mi pecho se tensa.Me levanto de golpe y corro hacia ella. Sus ojos están vidriosos, pero no por rabia esta vez… hay algo más.—Dime, mi Diosa, ¿qué tienes? —pregunto, tratando de no sonar preocupado.Ella muerde su labio y luego la uña de su pulgar. "Siempre hace eso cuando discute con Hades."
POV MARA"Para mí, ¿por qué?"Leyendo su recuerdo.Es de madrugada. Hades camina de un lado a otro en el jardín de mi abuela. Su rostro está sombrío, la mandíbula tensa, como si intentara contener una tormenta dentro de sí.En sus manos sostiene una rama larga, con la cual golpea con rabia las flores, deshojándolas sin piedad, como si en cada pétalo arrancado pudiera descargar su furia reprimida.Su frustración es evidente. Se mueve con el ceño fruncido, la mirada clavada en la casa, como si esperara verla aparecer en cualquier momento. Pero ella no lo hace.Entonces, Zeus aparece.—Si sigues así, vas a arruinar por completo el jardín de Afrodita —su voz es tranquila, pero firme—. Y créeme, te convertirá en el animal más horripilante que exista.Hades bufa, patea con fuerza la rama y la lanza lejos, como si con ello pudiera deshacerse de la furia que le carcome el pecho.—¿Qué haces aquí? ¿No me digas que te cansaste de jugar al dios supremo? —su tono está cargado de ironía, pero su m
POV MARASeis meses después.Me siento asfixiada.Desde que Zadquiel y Hades descubrieron que estoy embarazada, me tienen al borde del colapso.No me dejan respirar, no me dan un respiro.No puedo moverme sin que me sigan con la mirada, como si fuera de cristal y pudiera romperme en cualquier momento.Como si cargar una vida dentro de mí me hubiera convertido en una bomba de tiempo con patas y un simple suspiro mío fuera suficiente para hacer estallar el universo.Intento contener las ganas de golpearlos… o de desaparecer.Mi cuerpo no es mío. Mi espacio, tampoco. Mi paz mental, menos.Me duele la cabeza, una punzada constante justo detrás de los ojos. Me duele la espalda, el alma, las entrañas.Tener a un macho protector es insoportable… pero dos es una prueba que ni las diosas deberían enfrentar.—Me sofocan —murmuro entre dientes, sintiendo cómo la presión en el pecho aumenta.—Me encierran —otro lamento, uno más grave, más profundo, como si viniera de los huesos.—Me ahogo —y con
Último capítulo