Los bebés tenían seis meses cuando la paz fue interrumpida.
Dante estaba en el porche, meciendo a Orion para que durmiera, cuando un lobo anciano apareció corriendo por el camino. Era Silas, explorador veterano que había servido bajo Marcus.
—Alfa— Silas jadeó, claramente había corrido gran distancia. —Tenemos un problema.
Dante sintió un familiar nudo de tensión en su estómago. —¿Qué tipo de problema?
—Lobos corruptos. En las Tierras Salvajes. Como los que Kaos controlaba.
El nombre envió escalofrío por la columna de Dante. —Kaos está sellado. Verificado personalmente.
—Lo sé— Silas asintió. —Pero estos lobos... tienen la misma mirada. La misma corrupción. Están formando grupos, atacando manadas menores.
Dante pasó a Orion cuidadosamente a Celeste, quien había salido al escuchar voces. —Reúne al consejo. Necesito saber exactamente qué está pasando.
La investigación reveló una verdad perturbadora. Aunque los Alfas Caídos habían sido sellados, su corrupción había dejado marcas permanen