La luna se alzaba sobre el claro del bosque, tiñendo el cielo de un rojo carmesí que parecía presagiar lo que estaba por venir. Helena observaba cómo los miembros del Consejo de Vampiros preparaban meticulosamente el círculo ritual, trazando símbolos ancestrales con una mezcla de ceniza y sangre sobre la tierra húmeda. El aire olía a incienso y a miedo.
Damián, el líder del Consejo, se acercó a ella con expresión solemne. Sus ojos, antiguos como el tiempo mismo, reflejaban una preocupación que Helena nunca había visto en él.
—Una vez que comencemos, no hay vuelta atrás —dijo con voz grave—. Si eres realmente la descendiente de Elara, la que puede romper la maldición, el ritual revelará tu verdadera naturaleza. Pero si no lo eres...
—Me consumiré —completó Helena, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda—. Lo sé.
El druida Orión, un ser milenario que había sido convocado especialmente para la ocasión, se acercó a ellos. Su rostro arrugado como corteza de árbol y sus ojos del color d