El consejo se reunía una vez más en la gran sala de Lobrenhart, y aunque el aire estaba cargado de tensión, Darien entró con un brillo en los ojos que reflejaba una satisfacción que no podía ocultar. Había recuperado a Aeryn, y en su interior, esa verdad le proporcionaba una extraña calma. Sabía lo que debía hacer para mantener las apariencias, pero no podía evitar sentir un regocijo oculto por lo que había logrado. Una victoria personal en medio del caos.
Aldrik lo observó fijamente, su expresión tan dura como siempre. La puerta se cerró tras Darien con un crujido, y los murmullos cesaron de inmediato al sentir su presencia. El ambiente se tensó aún más.
Aldrik, con su mirada penetrante, no perdió ni un segundo. Sabía que la reunión estaba tardando más de lo normal, pero necesitaba saber cómo iba Darien, sobre todo con la situación de Aeryn. Con un tono firme, casi inquisitivo, Aldrik le preguntó:
—¿Cómo ha sido tu visita a la Torre Sombría, Darien?
Darien levantó la mirada, sus pens