Desde la tribuna del campo de entrenamiento, Aeryn observaba con atención cada movimiento. Guerreros jóvenes y veteranos se mezclaban en combates de práctica, demostrando destreza y fuerza. Aeryn sintió una mezcla de admiración y ansiedad. A su lado, Marrek explicaba algunas técnicas con voz grave y pausada, su mirada clavada en ella más tiempo del estrictamente necesario.
—Tienes una postura perfecta para el combate —comentó Marrek, acercándose un poco más—. ¿Has considerado entrenar con nosotros regularmente?
Aeryn intentó mantener distancia emocional, pero algo en la forma de hablar del guerrero generaba inquietud. Marrek era alto, con músculos claramente definidos bajo su túnica ajustada. Su mirada era profunda y oscura, siempre analizando.
—Quizá algún día —respondió con cortesía, sin comprometerse demasiado.
Desde lejos, Darien observaba con creciente irritación, incapaz de apartar los ojos de la cercanía entre Aeryn y Marrek. Sus dedos se cerraron en puños, pero reprimió la nec