Omër al Gala es un empresario árabe, frío, calculador y poderoso. Es poseedor de la colección de tesoros más extensa de toda Qatar y de toda Arabia. Cuando la reconocida anticuaria y experta internacional, Susan Brandon, se niega a trabajar para él. El árabe se siente grandemente ofendido por su negativa y decide tomar cartas en el asunto, causando el despido de Susan de la casa de subastas para la que trabaja. Sin embargo, al verse sin empleo y sin un techo sobre su cabeza, la pelirroja decide aceptar el trabajo que ofrece el jeque, sin saber que al hombre solo lo mueve un objetivo: La venganza. Víktor Ivanov, el heredero de la Mafya, se verá forzado a un matrimonio por conveniencia con la hija del enemigo de su madre en Italia. Sin embargo, el día de la boda, él no asiste y luegome ella huye de casa. ¿Intervendrá el Destino para que vuelvan a encontrarse? ¿Aprenderá a amar el más joven de los Ivanovs o se llenará irremediablemente su corazón y alma de odio?
Leer másLlovía...
Claro que tenía que llover a cántaros y tronar. Siempre llueve cuando las cosas andan mal.
Susan manejaba nerviosa.
Después de lo que acababa de ver su mundo se había venido abajo.
Las lágrimas le obstruían la visión, pero no conseguía frenarlas. Fluían de sus ojos sin control.
¿Quién no lloraría después de ver lo que ella había visto, y después de oír lo que ella había oído?
El corazón le ardía, el alma se le encogía de sufrimiento y justo cuando creyó que un sollozo le arrancaría del pecho el dolor insoportable que cargaba, un auto salió de la nada, impactándola y enviándolos a los dos directo a la cuneta.
Un mes después:
Despertar en el hospital no la sobresaltó.
Debido a su enfermedad lo hacía frecuentemente.
Era diabética, a veces descuidaba sus dietas y por eso se desmayaba en lugares públicos y terminaba en el hospital.
Susan se acomodó sobre las almohadas, y alargando el brazo hizo sonar el timbre que alertaría al equipo de enfermería.
En instantes la puerta se abrió. Dándole paso a una agitada enfermera, quien le tomó los signos vitales y llamó inmediatamente al médico de guardia.
—Mire aquí por favor…ahora hacia acá.- ordenó el médico, en la que la hacía seguir un lapicero con la vista.- muy bien. Le haremos una tomografía en unas horas, y veremos cómo va su inflamación cerebral.
—¿Dónde estoy?- preguntó Susan, sintiendo la garganta reseca y los labios cuarteados.
—En The Cuban Hospital, Señorita. El hospital atendido por especialistas cubanos, aquí en Qatar.
Ella arrugó el entrecejo.
—¿Qué me sucedió?
—Usted tuvo un accidente de tráfico. Estuvo en coma durante un mes.
¿Un coma?
Susan se acaricia la frente, le dolía fuertemente la cabeza. Sus dedos tocaron un vendaje, y detuvo su exploración.
—Tiene una herida en la cabeza, Señorita. Debe tener cuidado. Su operación fue un éxito y logramos reducir la hipertensión cerebral pero es importante que haga reposo.
—Gracias, doctor.
***
—Señorita, tiene visitas.- Anunció la enfermera, y Susan se recogió el rojizo cabello detrás de su oreja.
Por la puerta entraron dos personas de las que solo reconoció a una.
—Sonya.- Susurró ella al ver a su hermana.
La hermosa rubia sonrió, acercándose y sentándose en el borde de la cama.
—Hola, cariño. Estamos felices de que hallas despertado. Philip y yo hemos estado muy preocupados por ti.
Susan arrugó el entrecejo. No sabía por qué, pero las palabras de su hermana sonaban falsas.
—¿Philip?- preguntó, notando al hombre que se mantenía callado y tenso, de pie, en la puerta.
—Sí, cariño.
Susan le devolvió una sonrisa a su hermana.
—¿Es tu novio?- le preguntó esperanzada. Su hermana menor tenía tendencias muy poco decentes. Pasaba con facilidad de un hombre a otro, y eso no estaba bien.
Sonya liberó una risa nerviosa.
—Oh, no sister, Philip no es mi novio, sino tu prometido.
¿ Prometido?
Yo no tengo ningún prometido.
Yo no recuerdo…
Un fuerte dolor asaltó su frente, y Susan se encogió, haciendo una mueca.
—¿Qué sucede, cariño? ¿ No te sientes bien?
—Oh.- protestó ella, acariciando su frente en un intento por deshacerse de aquel terrible dolor.
—Llamaré al médico.- anunció Philip, saliendo al pasillo y luego regresando con un doctor.
Vino también una enfermera, y le aplicaron un calmante a Susan.
En el pasillo, el doctor conversaba con Sonya y con Philip.
—Deben tener cuidado con ella. Hemos constatado que está sufriendo de amnesia. No recuerda los eventos de los últimos tres meses y es importante que no la fuercen a afrontar cualquier evento importante que halla ocurrido en ese periodo de tiempo.
Sonya y Philip asintieron. Y en cuanto el médico se marchó se miraron uno al otro.
—¿Qué hacemos ahora?- interrogó él.
Ella le devolvió una amplia sonrisa.
—El que esté amnésica es un punto a nuestro favor. De seguro no recuerda absolutamente nada de lo ocurrido y eso es perfecto. El plan continúa en pie.
—Ahora está dormida y lo estará por un buen tiempo. ¿Nos vamos?
—Por supuesto.
El árabe:
—Señor, su hermano ha muerto.
La noticia me estremece.
No es posible.
No me lo creo.
No es cierto.
Yamal no puede estar muerto.
Es joven, es saludable, es atlético y tiene mucho futuro por delante.
—Sufrió un accidente de coche y murió de forma instantánea. No sufrió.
El médico habla, y habla y habla y yo solo escucho estupideces.
¿ Acaso el que no haya sufrido compensa que esté muerto?
¿ Acaso el que murió de forma instantánea compensará el dolor de mi madre al perder a su hijo menor?
—¿Cómo sucedió?- mascullo entre dientes, cerrando mis manos en puños.
—Sufrió un impacto contra otro auto. Era de noche y la carretera estaba mojada, Señor.
—¿Iba solo?
—No, Señor. La Señorita Nuur iba con él.
Comprimo los labios al escuchar el nombre de la prometida de mi hermano.
—¿Ella está bien?
—Tiene ligeros golpes y algunos cortes, pero se repondrá.
—¿Y el conductor del otro vehículo?
—Es una mujer. Una inglesa. Está en coma por el momento.
Bien.
Alá es justo.
Está castigando a la asesina de mi hermano de la mejor manera, manteniéndola muerta en vida.
Y es mejor que no despierte, o se las verá conmigo.
***
—Señor, nos llaman del hospital. La Señorita Susan Brandon ha despertado.
Una sonrisa siniestra se dibujó en los labios del árabe. Había llegado la hora de su venganza.
Condujo su coche hasta el lugar y entró con paso firme.
Siendo quien era, nadie se atrevería a detenerlo.
—¿Cuál es el número de la habitación?- interrogó a su secretario por teléfono.
—La cuatrocientos dos, Señor.
—Bien.- colgó, moviéndose por el pasillo en busca de su objetivo.
Encontró la habitación y entró.
Sobre las sábanas, reposaba una mujer de cabellera roja y piel de porcelana.
Omërr la contempló con desdén.
¿ Quien diría que tras esa fachada de muñequita frágil se ocultaba la asesina de su hermano?
***
Una semana después, los médicos le dieron de alta y fue capaz de regresar a su departamento.
A pesar de las insistencias de su hermana para que se quedara con ella, pero Susan no quiso.
Deseaba regresar a su espacio, a un ambiente conocido y no estar con Sonya y con el tal Philip, que solo la trataban como a una inválida y se la pasaban llenando los espacios entre las conversaciones con silencios incómodos.
Abrió la puerta de su apartamento y respiró aliviada.
Notando que todo estaba como ella lo recordaba.
Se metió una hora en la tina, relajándose con el agua tibia y las burbujas. Y luego se preparó una cena ligera, se quedó un rato viendo la televisión y luego se fue a dormir.
Regresar a trabajar le pareció una buena idea.
Un año después: Christian: —Se ha vuelto una especie de tradición, esto…¿no crees?- farfulla Víktor, contemplando el caos en su sala de estar. —Bueno, así es la vida primo. Un día eres un hombre soltero, macho alfa y salvaje…y al otro estás rodeado de mocosos protestando porque se demora el pastel.- me río. —Ah…sí. Y mira a mi padre. Miramos a Alexis un instante. —No lo sé. Lo veo demasiado cómodo con las niñas, ¿tú qué crees que les estará contando? —Seguramente es un nuevo capítulo de la princesa y el dragón.- comenta él. Elevé las cejas. —Es una especie de manual que ideó mi madre para domar fieras. Y a padre le encanta transmitirlo a las nuevas generaciones.- rió él. Pero yo no he entendido ni porra. Sunheri: Cuando llegamos, Chris se fue inmediatamente a ayudar a Víktor con la barbacoa, y yo me entretuve decorando con el resto de las mujeres. Kadhir se prendió de mi falda, y no parecía querer soltarme. A veces me molestaba un poco lo nervioso que se ponía estando rod
Christian:Despierto y ella ya no está.Salgo de la cama, liberando un gruñido de frustración, y notando que son las dos de la tarde.Tomo mi celular, pero no necesito llamar, porque suena en mi mano, y es mi primo.—Te dije que resolverías más fácilmente esta situación si la secuestrábamos.Dejo el celular en alta voz, mientras comienzo a vestirme con impaciencia.—¿Dónde está?- macullo.—Hace cinco minutos tomó un tren rumbo a París.Grrrrr.—¿Y cómo va tu asunto?- me peinó con rapidez, tomando mi equipaje de abandonando la habitación.—Tuve que enviar a la sumisa a la Ciudadela. La bruja posesiva y celosa de mi mujer amenazó con envenenarla si no me deshacía de ella.—¡Increíble!—Ah, sí. Por otro lado Fantom se saltó la barda hace unos días, y bueno…estamos esperando una nueva camada de cachorros.Pago la cuenta del hotel, y ya me está esperando el coche, con los hombres de mi primo que me llevarán a la estación de trenes.—¿Y tú qué?¿Ya regresaste a casa?—Aun no. Pero entré a la
Omër:La subasta de mis reliquias ha atraído a una buena multitud está noche. Por doquier se pasean millonarios y socialités, observando las prensas y comentando entre sí.El champán fluye, la orquesta toca, y Susan se mueve entre sus invitados, encantando los a todos con su sonrisa, y sus enormes ojos azules.—¿Es usted el propietario de tan magnífica colección?- me increpa una morena, alta y delgada, de seguro es una de esas modelos de farándula.—Así es. – bebo de mi copa con lentitud, intentando no perder de vista a la joya pelirroja.—Oh, estoy fuertemente interesada en adquirir el brazalete de esmeraldas. Solo que mi presupuesto no alcanza para la cantidad que usted pide por él.Arrugo el entrecejo, centrando mi mirada en la modelo.Ella me sonríe con evidente coquetería y se acerca incluso más. Depositando una mano sobre mi pecho, y susurrándome al oído.—Me preguntaba si habría otro modo en que pudiésemos llegar a un acuerdo…ya sabe. Algo mutuamente beneficio.Da un paso atrás
Christian: Aterricé en Río de Janeiro, y a los cinco minutos ya me estaba llamando mi primo. —Sí, cuéntame. ¿ Que carajos te pasó ahora? Víktor bufó. —Resulta que hace dos días, estaba yo con un grupo de búlgaros cerrando un trato. Vino una sumisa a bailar para nosotros, y la rubia terminó sentada en mi piernas, haciendo el baile. —No me digas que…- liberé una carcajada.- tu mujer andaba por ahí cerca. —Pues sí. Se la pasa juntándose con Sonée y Kilie, imagínate. Llegó al club en el peor momento posible. —Cuando tenías a la sumisa encima. ¿Verdad? —Si. Comprimo los labios, riendo por lo bajo. —¿Y qué sucedió? —Ah, pues…que montó en cólera. Recogió todas mis cosas, a mi perro incluso, y las mandó para la casa de mis padres. Menuda loca. —Lo bueno, es que vives justo al lado de ella, primo. —Ni lo menciones. Fantom está medio deprimido. Se la pasa lloriqueando y olfateándose con su loba por encima de la verja. —Ah, no. Eso sí ya es demasiado. Eso es abuso animal. Algo se
Susan:Esto no es una cita.Esto no es una cita.Me repetimos una y otra vez mientras lo contemplaba del otro lado de la mesa.Vestido en un traje gris que resaltaba el color de sus ojos.Tomé un sorbo del vino tinto, apartando mi mirada de su rostro.Desde el desafortunado incidente en la sala de reuniones, me sentía rara.Todo mi cuerpo era presa de escalofríos, y calambres.Incluso mi piel se sentía más sensible.Mis pechos estaban en un estado de constante dures, y nos pezones no parecían parar de estar endurecidos.El mesero arribó con nuestro primer plato, y miré a mi anfitrión con el seño fruncido. El me devolvió una sonrisa.—Recordé que en nuestra vida anterior te gustaba comer codorniz, es por eso que la pedí. Pero si prefieres algo más moderno, también hay pechuga de pollo en el menú.Apoyé los codos sobre la mesa, y lo miré con fijeza.—Nunca te dije que me gusta la pechuga de pollo. ¿Estuviste investigándome?Bebió un sorbo de su agua mineral, y me devolvió una sonrisa.—
Sulima:He vuelto.Al exhalar mi último aliento, deseé con todas con mis fuerzas regresar a la tierra de los vivos algún día y volver a estar entre sus brazos.Él también ha regresado.Pero nos queda muy poco tiempo juntos.Con rapidez, tiro de sus ropas, en lo que él se deshace de las mías, y ya desnudos damos riendas suelta a nuestra pasión.Yo gimo en su boca, y el aprieta mis caderas mientras hacemos el amor, con la desesperación y el anhelo de unos amantes separados por la muerte, la distancia, y los siglos.—‘Ana ‘uhibuk( te amo) - sollozo, derramándome sobre él.Mi rey acaricia mis cabellos, quitándolos de mi rostro. Besa mi hombro desnudo, y me llena de su placer luego de un par de enérgicas embestidas.—‘Ana ‘uhibuk, mi pequeño diamante rojo.***Susan:Despierto, y estoy completamente desnuda, desgreñada y sin fuerzas. Acostada sobre la mesa de reuniones.A mi lado, duerme el maldito árabe, que trajo la jodida daga que provocó todo esto.¿Qué demonios fue eso?Por horas, mi c
Último capítulo