Agnes St. Vincent lo tiene todo, es inteligente, hermosa, rica y mimada por su padre, pero esto no es más que una farsa, toda su vida es una mentira, una ilusión creada para satisfacer al hombre más cruel que haya tenido la desdicha de conocer, su padre, Alexander St. Vincent. Ante tanta oscuridad, un rayo de luz aparece en su vida, un hermoso, amable y comprensivo hombre, Sebastien Edevane-Gray, quién le hace creer que las historias de romance que tanto le gustan, pueden pasar. Pero tampoco es lo que aparenta, tras esa fachada de hombre dulce, se esconde un enorme secreto. Un pasado que regresa para clamar venganza, un culpable y un daño colateral llevarán a Agnes a darse cuenta que todos los que la rodean poseen... un corazón que miente.
Leer másMi vida era perfecta, tenía un padre exitoso y amoroso, era hermosa, joven y con un futuro prometedor, era elegante y distinguida, obediente y amable.
Pero eso era mentira, eso es lo que todos veían en mí, la realidad que había empeñado en mostrar, dejando de lado la cara oculta del gran Alexander St. Vincent.
Muchos deseaban mi vida, y con gusto se las daba, daría todo por dejar este infierno, sin dudarlo vendería mi alma para hacerlo. Quizás se preguntarán que porque no me voy, la respuesta es simple, ese hombre me encontraría debajo de la más pequeña piedra, cada paso está calculado, siempre vigilada, no hay opciones de escape.
Siempre que me castiga por alguna falta, culpa a mi madre.
- Te pareces tanto a esa sucia zorra, que te dejó a la primera oportunidad que tuvo, sólo recuerda que ella te abandonó por irse con otro, tienes suerte de que me quedará contigo y no te dejará en un orfanato, por eso debe ser la perfecta señorita St. Vincent –dice con tono frío mirándome en el suelo, en aquellas ocasiones suelo asentir sin mirarlo, no me pongo de pie hasta que sale de la habitación. Desde que tenía memoria el castigo era el mismo, unos cuantos azotes en zonas que nadie vería, no era estúpido, si quería mantener la imagen de la familia perfecta, nadie debía saber.
Había una cosa aún peor, una caja del tamaño de un féretro común, de madera vieja y con muchos clavos en su interior, era oscuro y asfixiante, sólo había estado 1 vez ahí cuando tenía unos 9 años, desde entonces era claustrofóbica.
Siendo sincera, en algunas palizas había deseado que me matara, sin embargo, todo lo tenía bien planeado, por eso jamás puso en riesgo mi vida.
Mi vida sonaba y se veía bonita y perfecta, pero a final de cuentas, no lo era, él elegía cada aspecto de mí, cómo vestir, qué comer, dónde estudiar y que, los amigos que debía tener, y lo que más temor me daba, con quien me casaría, era capaz de entregarme a un hombre horrible, de sólo pensarlo me daba asco. Pero era demasiado cobarde para atentar contra mi vida, porque una parte de mí anhelaba la felicidad, anhelaba ser libre y conocer el amor, las novelas románticas eran quizás lo que me motivaba, podría sonar estúpido, pero sólo a eso me aferraba, al menos así fue hasta que lo conocí, Sebastien Edevane-Gray, guapo, encantador, inteligente y sobre todo, amoroso.
Nuestro encuentro casi había resultado mágico, fue el típico cliché de las novelas que solía leer, había creído que fue demasiado afortunado ese pequeño accidente, había sido tan amable y considerado, que había caído enamorada al primer instante, con esa sonrisa ligera y el hoyuelo en su barbilla, fue suficiente para imaginarme una vida con él, ya saben, un mundo color de rosa dónde todo es perfecto, dónde nos despertamos temprano, nos decimos que nos amamos, tomamos una ducha, le escojo el traje que usará y espero abajo para desayunar, después él se va al trabajo y hago lo que sea que deba hacer en la empresa de mi padre. A la hora de la comida nos reuniríamos para comer, él me daría alguna sorpresa y después volveríamos al trabajo. Al salir, me recogería en la empresa y me llevaría a cenar a un lugar hermoso y romántico, dónde hablaríamos de nuestro día y después, al terminar, iríamos a nuestra casa para hacer el amor y dormir en los brazos del otro, esperando que el día siguiente sea así de maravilloso.
Lástima que en la vida real no ocurra de esa manera, parecería que toda mi vida estaba planeada, incluso aquello que había creído un pequeño accidente, o quizás no era tanto un accidente, más bien, algo inevitable, no lo podía saber con certeza.
Que mi padre quisiera hacer negocios con él me venía como anillo al dedo, era otra de las cosas que creía que el destino lo había puesto para ayudarme, porque entonces mi padre aprobaría esta relación, y esto era algo que por primera vez deseaba. Todo fue perfecto, un cuento de hadas, lástima que nadie me dijo que a veces las princesas de esos cuentos tienen que pasar por momentos difíciles, y justo eso pasó.
Dicen que el pasado siempre tiende a regresar, que el karma se encargará de hacerte pagar, lo que no esperaba es que el pasado que volvió fuera el de mi padre, y peor aún, que el karma quisiera hacerme pagar a mí. Mi karma era un ser hermoso que parecía un ángel, y no diría que se transformó en un demonio, más bien diría, que es un ángel justiciero.
Podía recordar la noche en que todo ocurrió, esa noche era perfecta, una hermosa luna llena rodeada de un manto de estrellas. Aquella calma había sido rota por la dolorosa aunque reconfortante verdad.
Pero no todo es lo que parece, las apariencias engañan, y quizás de haber sido sincera con él, nos habríamos evitado muchos malos tragos, pero el miedo no me permitió hacerlo, y cuando él cambió, supe que había sido la decisión correcta, o eso me pareció en su momento, pero cuando estás al borde de la muerte, cuando ya no tienes nada que perder, cuando el accidente ocurrió sin que las sirenas sonaran, cuando la fe no tiene ningún sentido, cuando no queda lugar para la delicadeza o la inocencia, pensando con fuerza y desesperación que alguien va perder y ya no podrá seguir de pie, es ahí cuando nos desmoronamos.
- Esperas un imposible –había dicho al fin, tras escuchar su historia, había decidido decirlo todo–, jamás correré a sus brazos llorando, porque todo en mi vida no es más que una farsa, una historia perfecta inventada para hacerlo lucir bien –intentaba que las lágrimas no salieran a raudales–, si él fue capaz de hacerle aquello a tus padres, ¿crees que conmigo sería diferente? –pregunto con burla, podía entender porque lo había hecho, pero eso no significaba que no estaba sufriendo, eso no quería decir que estuviera bien–, pero no te preocupes, todo terminará pronto, te lo juro –sin esperar a que él dijera algo más, había decidido irme, en mi mente había maquinado un plan, un suicida pero perfecto plan. ¿Podía considerarse como algo aleatorio o una cruel oportunidad del destino?, ¿podía creer que con esto las cosas volverían como al inicio?, ¿él me amaría de verdad?, ¿me mostraría un poco de amor? Me sentía pérdida, la vida seguía arremetiendo y dañándome de formas que jamás creí posibles; sigo cayendo, sigo soñando que un día no habrá... un corazón que miente.
Habían sido meses de recuperación, pero todo había valido la pena cuando fui capaz de caminar hacia el altar sin problema alguno, esta vez la ceremonia había sido pequeña, con algunos socios de Sebastien y con personas a las que de verdad estimaba.Era extraño pasar de Agnes Edevane-Gray a Agnes Grayson, y no es que me quejara, para nada, porque amaba a Sebastien pero supongo que sólo me costaría trabajo adaptarme.Habían pasado unos meses más tras la boda, Sebastien me había llevado a todas partes, habíamos comido y bebido de todo, bueno, salvo algunas cosas por orden del médico, pero fuera de eso, la luna de miel había sido perfecta, triste había sido volver.- Te vaya bien –digo como cada mañana que debe ir a la empresa, habíamos decidido mudarnos a Londres, era un cambio agradable.- Nos vemos a la hora de la comida –me pega a él y me besa con intensidad, eso lograba dejarme descolocada por algunos segundos, me sonríe travieso antes de salir, suspiro enamorada.- Agnes, llegó un pa
Miraba la tumba dónde descansaba, traía sus flores favoritas, al final Alexander St. Vincent había sido acusado por crímenes como e****a, lavado de dinero, abuso de confianza, prostitución infantil y manejo de lugares ilícitos, así mismo, de planear a cabo el asesinato del matrimonio Grayson, y el asesinato de Elaine St. Vincent y violencia doméstica contra su única hija, Agnes Edevane-Gray.- Al fin tienen una tumba –dice ella suave mientras coloco las flores, asiento.- Seguro les da gusto estar juntos, tu madre era una buena persona –dice él acomodando las flores, les había costado un mundo encontrar los cuerpos de sus respectivos padres, pero al final había valido la pena–. ¿No estás muy cansada? –pregunta volviéndose hacia ella, iba en silla de ruedas para evitar cansarse, su rehabilitación iba muy bien, pero aún así se cansaba con facilidad, el daño en sus pulmones había sido mucho, pero poco a poco se recuperaba, fue hasta varias semanas que le confeso lo del bebé, ella había ll
Sebastien:Durante el trayecto la reanimaron 2 veces, cada que su corazón fallaba sentía el mío desplomarse junto al de ella.Al llegar, nos reciben 2 doctores, los paramédicos le explican su estado.- Paciente femenina de 23 años, tiene múltiples fracturas en pierna izquierda a la altura del fémur, brazo derecho en la parte cubital, al menos 8 costillas de ambos lados, tuvo 2 paros cardíacos, Glasgow 3 –los médicos la llevan adentro, corro tras ellos, gritaban ordenes incomprensibles para mí, sólo entendí una cosa: quirófano, radiografías y análisis.Se acercan a unas puertas y un doctor me detiene, niega.- Necesito estar con ella –digo suplicante, sentía que si no estaba a su lado, la perdería.- No puede pasar, vaya a la sala de espera, lo mantendré informado –asiento derrotado, camino a la sala de espera, me dejo caer, pasados unos segundos se acerca un interno para preguntarme si deseo ser revisado, niego, no me sentía mal, aunque suponía que mi aspecto daba a entender otra cosa.
Agnes:Me habían llevado dentro de la casa casi a rastras, había intentado luchar, aunque no mucho, ellos me llevaban mucha ventaja. Me llevan al despacho de mi padre, no me había dado tiempo de poner la estatua en su lugar, por lo que quizás eso me había delatado.Uno de los hombres me sienta con brusquedad en un sillón individual, miro todo atenta, no había manera de escapar, 2 hombres resguardaban la puerta y otros 2 estaban a mi lado, suspiro, seguro estaban esperando a mi padre, esperaba se tardarán en comunicarse con él, pero como la vida me odiaba, mi padre entro 5 minutos después hecho una furia.- ¿Qué tan estúpido crees que soy? –grita mientras camina hacia mí, el golpe de su mano me hace girar la cabeza con brusquedad, sentía el ardor donde su palma había impactado–, ¿creíste que dejaría este lugar sin protección? –escupe al tiempo que me abofetea la otra mejilla, evito chillar del dolor, no le daría ese gusto–, eres igual de estúpida que tu madre –tira de mi cabello hacia a
Agnes: Las palabras dichas por Sebastien habían logrado que mi corazón latiese tan rápido, que creía se saldría de mi pecho usando mi garganta como conducto de salida. Pero aquellas palabras también me habían hecho ver la realidad, una cruda y triste realidad, que a pesar de todo lo que dijera, mi padre si era un gran impedimento, y siempre lo sería a menos que lo detuviera, y eso haría. Entro a mi habitación y comienzo a planear todo, debía tener cuidado con cada cosa que podría salir mal, cada aspecto de la casa y cada movimiento que se hacía dentro de la misma. Para eso, había tomado un lápiz y un cuaderno, había hecho un croquis de la casa, había señalado los puntos que tenían vigilancia y había anotado los horarios en que los guardias cambiaban de turno o solían salir un rato, esto último lo había descubierto de niña, en la cabina de vigilancia no estaban a eso de las 2:15, más o menos volvían a eso de las 2:30, así que tendría quince minutos exactos para poder llevar a cabo mi
Sebastien: - Creo que no eres el único culpable, quizás si hubiese hablado, si hubiese tenido el valor de enfrentarlo, esto no habría sucedido, creo que nos hubiésemos ahorrado mucho sufrimiento innecesario –la escucho suspirar, la separo suave de mi cuerpo, sus ojos están rojos, verla así me rompe el corazón, me había cansado de mentirme y de mentirle. - No creo que tengas la culpa de nada, a pesar de mis pensamientos idiotas, jamás has tenido la culpa, no pediste nacer ni ser amada por ese monstruo –eso era lo más que podía contenerme, el odio y la rabia que sentía hacia él era mucha. - Sebastien, mi querido Sebastien, ¿de verdad crees que un ser cómo él es capaz de amar a alguien? –pregunta con ironía, algo que me sorprende. - Todo el mundo ha sido testigo del amor desmedido que tiene por ti –digo frunciendo el ceño, comienza a reír y niega. - Ese hombre no ama a nadie, salvo a él mismo –sonríe de lado con ironía–. Alexander St. Vincent se ha encargado de crear la imagen perfec
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