#5:

—Cuéntamelo todo. ¿ Dónde lo conociste? ¿Es muy rico? ¿Qué edad tiene? ¿Oh, pero lo has visto bien?¡ El hombre es un semental!

¡El hombre es un animal! Corrigió Susan en su fuero interno.

—No sé. Solo sé su nombre.

Sonya rodó sus ojos.

—Es por esto que nunca has conseguido citas con hombres interesantes. No prestas atención a las cosas realmente importantes. Ese sujeto es…¡Dios!

Bueno, sí. Se cree que lo es.

—Quiero decir…es increíblemente atractivo y ¡Rico! ¿Tienes su número, por alguna casualidad?

—No.

Y si lo tuviera no te lo daría. Lo último que quiero es más drama con ese hombre.

—No importa. Averiguaré dónde trabaja y me aseguraré de que nos encontremos, por casualidad, por supuesto.

Sonya pegó a reír y Susan miró por la ventanilla, manteniéndome callada en lo que su hermana conducía de regreso al apartamento.

Al llegar, checó su glucemia y respiró aliviada de que estuviese en cifras normales.

Se dio una ducha rápida y se preparaba una ensalada cuando su celular sonó. Era un número desconocido.

—¿Sí?

—Susy, cariño. Sonya me acaba de llamar. ¿Estás bien?

Susan miró la espalda de su hermana con odio.

Ella se encontraba sentada en el sofá viendo una película y comiendo palomitas de maíz.

—Sí, Philip. Estoy bien. Fue apenas un susto.

—Es un alivio. Oye, manñana es sábado. ¿Qué te parece si salimos…no sé al cine o a cenar?

Ella se mordió la uña del dedo pulgar.

Sí, debía aceptar esta invitación. Quería decirle a Philip que romperían su compromiso. Realmente se sentía demasiado incómoda cada vez que hablaba con él.

—De acuerdo.

—Genial. Pasaré a buscarte a las ocho. Te quiero, preciosa.

—Sí. Yo también.- Susurró ella, con incomodidad.

Colgó.

—¿Quién era?- interrogó Sonya.

Susan bufó.

—Como si no supieras. Era Philip.

—Oh. Deberías tratarlo mejor, Susy. Ese hombre está muy enamorado de ti. Y está dispuesto a casarse contigo.

Susan se tensó.

—¿Qué quieres decir?

Sonya se levantó del sofá y se acercó a ella.

—Ne refiero, a qué tienes treinta años. Eres prácticamente una solterona. Deberías aprovechar esta oportunidad que te está dándole la vida e intentar ser feliz.

¿Ah?

—Si sigues poniendo tu trabajo por sobre tu vida amorosa, terminarás siendo una vieja de ochenta soltera y viviendo con veinte gatos.

—Mejor me voy a dormir.- farfulló Susan, fregando su plato y yéndose de la cocina.

Se encerró en su cuarto, y estaba leyendo un romance en línea de lo más entretenido, cuando su celular sonó. Viendo que era un número desconocido, creyó que Philip la llamaba de nuevo.

—Ya te dije que sí saldré contigo mañana, no es necesario que insistas.- farfulló.

—Oh, buenas noches, Susan. No sabía que te había invitado a salir.

Con un chillido de terror, Susan soltó su celular.

¡No puede ser!

¡La estaba llamando el árabe!

Tomó su celular, tragó en seco, y respondió.

—Lo siento, Señor al Gala, creí que era otra persona.

—Eso es obvio.- masculló él. – ahora, dígame…¿ cómo se siente señorita Brandon?

—¿Es en serio?- farfulló ella.

—¿Qué? Solo llamo por cortesía. Su hermana la recogió en el hospital y me preguntaba cómo sigue usted de salud.

Susan gruñó.

—Si quiere hacer algo por mi salud, hable con el Señor Truman y consiga que me devuelvan mi puesto en la casa de subastas.- siseó ella.

—Oh, veo que efectivamente usted ya se encuentra mejor. Qué maravilla. Bien, entonces, usted ya está en condiciones de aceptar mi propuesta.

 Susan se quitó el celular de la oreja, y miró la pantalla, azorada.

—¿P…propuesta? ¿ Qué se cree usted que soy? ¡¿una prostituta?!

Le oyó reír y luego él dijo:

—Oh, no, señorita Brandon. Mi propuesta es puramente laboral. Verá, aún no tengo anticuario que valore los objetos de mi colección que deseo vender.

Susan rodó los ojos.

—Ya le dije que no. No quiero irme a vivir con usted y...

—Oh, pero sé que usted necesita el trabajo. Y estoy dispuesto a pagarle los cincuenta mil que había negociado con Truman’s.

La quijada de ella cayó, en estupefacción.

¿C…cincuenta m…mil dólares?

Oh, ese es el triple de mi sueldo mensual…

O al menos de lo que solía ser mi sueldo en Truman’s.

—¿Qué me dice? ¿ Le interesa?

Debería decir que no.

Debería decir que se meta su dinero y sus antigüedades por el …

—Sí, me interesa.

—Bien. Enviaré un coche a recogerla mañana a las nueve de la mañana. Nos vemos, Susan.

El jeque colgó, y ella sintió que algo en su interior se estremecía, porque la forma en la que había dicho su nombre sonaba casi como una caricia.

A la mañana siguiente, cuando llegó el coche y chófer a recogerla, Susan ya estaba lista.

Sonya bufaba y protestaba, indignada.

—No puedes hacer esto. No puedes marcharte sin llamar a Philip. Además, ¿ a donde dices que vas?

—A un trabajo. He conseguido trabajo. Un cliente muy adinerado ha pedido que pase unas semanas en su casa para que valore unas antigüedades.

Sonya rodó sus ojos.

—De seguro será algún viejo gordo y feo. Esos son los únicos hombres que acumulan cachivaches de esos.

Susan tomó su maleta y se encaminó al coche. Sonya la despidió desde la puerta.

—Ten cuidado, sister. Esa gente secuestra mujeres y las vende para prostíbulos.

Susan enrojeció.

—No le preste atención.- le habló al chófer.- pongámonos en marcha.

El coche arrancó, y ella liberó un suspiro de alivio.

Tomó su celular y llamó a Philip.

—Lo siento mucho. Tendremos que posponer nuestra cita. Me ha surgido un trabajo y estaré fuera de la ciudad por un tiempo.

—Esta bien.- suspiró él.- ¿qué se le puede hacer? Cuando regreses saldremos entonces.

—Vale.- colgó.

Checando en su celular varios datos importantes.

No podía negar que sentía curiosidad, y por eso decidió buscar información sobre Omër al Gala en G****e.

Lo primero que encontró fueron varias fotos de él, en las que si era honesta debía reconocer que  se veía más guapo cada vez. Era un hombre de tez broncínea, cuerpo musculoso y rostro perfilado. Labios gruesos, cabellera castaña y unos ojos…oh, sus ojos eran de un gris tormentoso.

No había otra manera de describirlos, y nunca podrías comprender con exactitud la belleza de los mismos si no los habías visto alguna vez.

Dejando las fotos, se concentró en la información que G****e le ofrecía.

Edad: treinta y tres años.

Altura: uno noventa.

Fecha de nacimiento: treinta de octubre de 1989

Nacionalidad: qatarí

CEO de al Gala Petroleum y al Gala Enterprises.

Su fortuna está valorada en mil billones de dólares, se considera uno de los hombres más ricos del Medio Oriente y del mundo.

Se encuentra soltero y según revistas de cotilleo y romance, es un hombre que disfruta de tener como amantes a modelos y actrices pero por muy poco tiempo.

El coche se detuvo con brusquedad, y Susan apretó su celular alarmada.

—¿Qué sucede?- interrogó al chófer.

—Hemos llegado al helipuerto, señorita. El jet la espera.

Ella arrugó el entrecejo mirando hacia afuera con desconfianza.

El jeque no le había dicho nada de un viaje en jet.

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