Días más tarde.
Roma/Italia.
Leonardo estaba de regreso, pero en su rostro se podía notar que algo había cambiado luego de aquel viaje, una vez que los autos ingresaron a su propiedad él se quedó sentado con la mirada puesta en el vacío.
Unos cuantos golpes en la ventana hicieron que Leonardo regresara, giró lentamente la cabeza y fijó la mirada, se trataba de su hijo, Leonardo abrió la puerta y descendió.
Santino lo recibió con un abrazo, Leonardo correspondió, un trago amargo estaba viviendo Leonardo, en su interior solo había caos y destrucción.
—Me alegra mucho que estés de regreso, te extrañé padre —habló Santino mientras fijaba la mirada en su rostro—. Por lo visto no te fue nada bien —agregó el pequeño.
—No quisiera arruinar tu tranquilidad y acabar con tu comodidad, pero asuntos del pasado llaman a la puerta, no sé por cuánto tiempo más pueda esperar, pero llegará el momento en que tenga que hacer frente y cumplir con mis promesas.
—Ya no soy un niño... Mírame padre, ya t