Nápoles/Italia
Luego de que los hermanos Fiorentini colocaron a Mario como el sucesor de Alessandro, todo se convirtió en caos total, Mario era un hombre corrupto, quien burlaba las reglas que su padre un día respetó.
El tráfico de armas y drogas no lo fue todo, su negocio lo llevó a tocar fondo, en aquella noche se encontraba fumando su puro, mientras escuchaba al fondo el llanto de las personas que acababan de llegar en uno de sus contenedores, mercancía nueva que sería vendida al mejor postor.
Mario disfrutaba del dolor ajeno convirtiéndose en su mejor pasatiempo, era temido por sus enemigos y al mismo tiempo adorado por sus seguidores.
La vida de Mario era perfecta, todo hasta que en aquella noche su hombre de confianza se acercó mostrando cara de malas noticias.
—¿Qué mierda sucede?, ya te he dicho que me gusta estar solo —Mario gruñó.
—Señor hay noticias de uno de los informantes —Mario lo observó de medio lado—. Según me dijo hay movimientos inusuales a las afueras de la ci