Leonardo mantenía el brazo en alto, tomó impulso para lanzar su primer golpe, pero en aquel momento se detuvo, al ver aquella escena se sintió cobarde, un completo desgraciado.
Llevó la mirada hasta su puño en el cual sostenía el cinturón, la fuerza que había ejercido era tanta que su piel se había rasgado.
Abrió la mano y el cinturón cayó, Elena continuaba hecha un mar de lágrimas, a pesar de que Leonardo no le dio ni un solo golpe, se sentía dolorida y reprimida como si lo hubiese hecho.
—Levántate y lárgate de aquí —habló con un tono de voz bajo.
Elena descubrió su rostro, se levantó con el cuerpo tembloroso mientras lo miraba con temor, el cabello alborotado cubría gran parte de su rostro, Leonardo de un solo movimiento estiró el brazo con intenciones de acomodar su cabello, pero ella se esquivó sintiendo miedo de ser golpeada.
—Quiero irme de aquí, ya no quiero estar más aquí, eres una persona agresiva que puede atentar en contra de la vida de mis hijos —Elena colocó las manos