Elena dormía tranquilamente, todo hasta que el escándalo en la parte de afuera llamó su atención, de un solo movimiento retiró las sábanas sobre su cuerpo, se levantó, tomó la bata y la llevó sobre su cuerpo saliendo a toda prisa.
Los hombres a cargo de la seguridad de la propiedad se veían felices, Elena continuaba sin comprender a que se debía su celebración, avanzó dando pasos cortos, caminó en medio de aquellos hombres, de repente su marcha se detuvo.
Frente a ella estaba Leonardo, por supuesto que su regreso causaba alegría en su interior, pero no se sentía capaz de lanzarse sobre él y abrazarlo, decirle cuanto lo extrañaba y lo mucho que le hacía feliz que estuviera de regreso.
—A partir de ahora debemos incrementar la seguridad, a donde quiera que nos movamos van a ver enemigos, la familia Fiorentini me quiere muerto, para su desgracia no les voy a dar el gusto, estamos en guerra señores, nadie que se acerque lo hará con buenas intenciones, así que no duden en hacer uso de la