Roma/Italia.
Una vez que el avión aterrizó, Elena se dirigió a su casa, al ingresar colocó doble llave, con el cuerpo tembloroso se sentó en el sofá, aún no podía creer que estaba de regreso, sus manos no paraban de sudar, no era para menos, tenía los nervios de punta.
Luego de tomarse unos minutos para ella, se levantó, se retiró la ropa y llevó su cuerpo a la tina, necesitaba calmarse, el agua tibia con jabón de aromas dulces hicieron que ella se sintiera más tranquila.
Luego de un largo y reconfortante baño Elena se preparó para salir, su destino era más que claro, ir a visitar la tumba de su madre; tomó el teléfono y pidió un conductor, no se sentía en condiciones de ponerse frente al volante.
Con un ramo de flores en su mano Elena ingresó al panteón, sus pasos eran pesados, le dolía tener que desvestirse de su madre de aquella manera, las lágrimas comenzaron a caer de su rostro al estar frente del mausoleo familiar.
El nombre de su madre se encontraba grabado sobre el mármol, un