Elena entendió que su destino, su felicidad estaba al lado de Leonardo, el hombre que estaba dispuesto a destruirla ahora suplicaba por su amor.
—Está bien Leonardo, acepto, solo espero que nunca me rompas el corazón, luego de todo lo que he vivido lo último que quisiera es seguir sufriendo por tu culpa.
Leonardo al escuchar aquellas palabras acercó su rostro al suyo, besó sus labios, se sintió único y verdadero aquel sentimiento.
—Tu padre estará mejor, por ahora debemos preocuparnos por nosotros, y por nuestros hijos; puedes iniciar poniendome al tanto de todo lo que te ha sucedido —Elena exhaló con fuerza e inclinó la cabeza.
—Es una historia demasiado larga —espetó Elena mostrando tristeza en su mirada.
—Tengo todo el tiempo que necesites, así que mis oídos están disponibles para ti, puedes ponerme al tanto mientras que vamos a un hotel —Elena tomó su mano.
—No tengo dinero, lo he perdido todo, ese es uno más de mis problemas...
Leonardo se ubicó frente a ella, mostró una leve