El día brillaba con un calor dorado que abrazaba Milán. Rose Moretti, ajustándose el vestido azul de lunares blancos, caminaba con paso ligero y una sonrisa que no podía contener. Hoy había decidido que sería un día solo de risas y recuerdos, y que compartirlo con amigos sería lo más importante.
Sacó el teléfono y escribió rápidamente:
—Chiara, ¿quieres acompañarnos al parque de diversiones? Creo que sería lindo pasar el día juntas.
No tardó en recibir respuesta.
Chiara: “¡Por supuesto! Me pongo mi vestido de verano y llego en 20 minutos 🌸”
Rose sonrió, guardando el teléfono. Había algo mágico en la idea de pasar tiempo con alguien que apenas conocía, pero que ya sentía cercana gracias a su amistad.
Cuando Chiara llegó, lo hizo con su vestido rosa Chanel corto, sandalias elegantes y una sonrisa que parecía iluminar todo el parque. Rose corrió a abrazarla.
—¡Chiara! Me alegra que hayas venido.
—¡Gracias por invitarme! —respondió Chiara, abrazándola de vuelta—. Se siente genial estar a