Escondido detrás de un muro, Daniel observaba a Mari y a David, mientras sentía como todo por dentro de él, hervía de ira.
Ellos hablaban tan cercanamente, cenando a solas, en un ambiente que se veía hasta romántico, Mari le tomaba la mano, el rostro de David se acercaba al de su esposa y Daniel sentía que ya estaba a punto de estallar por los celos.
Por un instante, Daniel sintió la ferviente necesidad de intervenir entre ellos, enfrentarlos, gritarles y golpear a su hermano hasta dejarlo inconsciente.
Daniel dio un paso y se detuvo.
Lo pensó con más cuidado.
Las cosas con Mari no estaban funcionando nada bien, ella parecía decidida por el divorcio, por lo que, la estrategia de Daniel de presionarla no estaba dando buenos resultados.
Él la perdía y no podía tolerarlo.
Mientras que el idiota de su hermano gemelo, se veía cada vez más cercano, más íntimo con ella.
Daniel tenía que encontrar otra manera de acercarse a Mari, de que ella lo perdonara, así que, por más rabia que él