Mundo ficciónIniciar sesiónEl aullido no era de guerra; era el lamento seco de un linaje que se extinguía. En el mundo de las manadas ancestrales, la fuerza y la sangre lo eran todo los Sol Ceniza habían reinado sobre los Bosques de Obsidiana durante siglos, un faro de nobleza que se creía inquebrantable pero el poder es una espada de doble filo, y la envidia, un veneno lento, el ataque del despiadado Alpha Krag no solo había diezmado a la realeza, sino que había destrozado el corazón de la manada, dejando tras de sí solo ceniza y silencio. Lyra—la última heredera, la última hija de Faelan—logró escapar gracias al sacrificio final de sus tres hermanos trillizos, cuyo último aliento fue un grito para que ella viviera, criada para reinar en la luz, Lyra fue arrojada a la oscuridad, sobreviviendo solo con la ropa rasgada y el recuerdo de la sangre que empapó el Valle de la Siega. Ahora, sola y despojada, Lyra no carga con un trono, sino con un juramento: recuperar su tierra, vengar a su familia y castigar a la manada cobarde que la entregó su viaje la lleva a un cementerio de memorias donde encuentra una figura sombría: Kael, el Alpha de la temida Manada de la Sombra de Acero poderoso, frío y temido, Kael no ofrece consuelo, sino un trato, un trato que la condena a un infierno de tensión política y deseo prohibido pues Kael, su mate destinado, está comprometido con otra, utilizando el poder para cimentar una alianza que su instinto lucha por romper, en un mundo donde el destino se ha confundido con la política y la supervivencia, Lyra debe aprender a luchar con garras que nunca usó y a navegar por la traición.
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El aire en la madriguera se sentía pesado, como un sudario, olía a miedo rancio y lo peor de todo a cobardía, yo la última descendiente del Linaje del Sol Ceniza, estaba parada alli, mi pelaje blanco parecía gritar "Alpha" en un lugar donde la palabra ya no significaba nada. El anciano Theron, jefe del consejo, cojeaba y me temblaba delante, sus ojos esquivos. — Lyra, debes entender la situación —me dijo Theron, su voz rasposa—. Krag solo busca una cosa la sangre Alpha si te entregamos la única pieza que le queda nos dejará en paz, es un sacrificio por la supervivencia de la manada. Me reí, un sonido frío que no tenía alegría. — ¿Sacrificio? —Mis ojos dorados se clavaron en él, quemándolo—. ¿Llamas a la entrega de la hija de tu Alpha, de la sangre que fundó estas tierras un sacrificio? Lo que ustedes hacen es ¡traición!— Exclamé— Theron, la rendición tiene un precio, y ese precio soy yo. Sentí la vergüenza de los veinte lobos restantes, que me miraban como un problema que había que resolver, mi segunda familia me estaba vendiendo por un soplo de seguridad, sentí el dolor agudo de la desilusión. — No hay otra opción —insistió Theron, suplicando—. Krag ha prometido detener la matanza, mañana al alba serás entregada en el Valle de la Piedra partida, piensa en tu deber. No iba a llorar delante de ellos. — Comprendido —respondí, con la voz firme. Ya no tenía opción supongo. Quizás si era mi deber sacrificarme por una manada, una manada que mi padre muy protegió hasta el último segundo de su vida. Una manada que estaba dispuesto a lanzarme al fuego solamente para salvarse a ellos ¿Qué clase de manada era esa? Quizás mi padre se había equivocado al tenerlas tanta confianza y tanta fe. Dejé la madriguera sin mirar atrás, mi corazón era un pedazo de hielo roto que aún palpitaba. Bajo la luna menguante, mi loba blanca corrió hacia el Valle de la Siega, al llegar me transformé de nuevo y me arrodillé, tocar la tierra era tocar la sangre seca de mi familia, el valle era un cementerio, con pinos astillados y rocas llenas de cicatrices. Me dejé caer y el dolor me arrastró al último recuerdo, el momento final "El túnel de escape estaba oscuro, la batalla rugía afuera como una bestia herida. Mis hermanos, Aion, Caelum y Castian mis trillizos de sangre, me acorralaron en la entrada. Estaban cubiertos de heridas, pero sus ojos estaban llenos de una terrible determinación. — No, por favor, no vayan —supliqué, agarrando desesperadamente el brazo de Castian mi voz era un hilo de pánico—. Podemos escondernos juntos, la manada nos necesita a los cuatro. ¡No puedo perderlos! Ya perdí a nuestros padres y ustedes son todo lo que tengo, no podré hacerlo sola por favor no me dejen — Rogué desesperada con las lágrimas cayendo por mis mejillas. solo me miró con una aceptación sombría, fue él quien me empujó hacia el túnel. — Esta es la única manera, Lyra —ordenó Castian con la voz quebrada pero mirándome de forma firme—El linaje debe sobrevivir ¡Tú eres la Alpha! Darian, mi bromista me sonrió por última vez. — Vive por nosotros, Joya —dijo, usando mi apodo—. Y no olvides lo que te deben. Los tres se giraron hombro con hombro, corriendo de nuevo hacia el aullido de la muerte, cubriendo mi escape. Escuché su último grito de guerra antes de que el pasadizo se derrumbara." Las lágrimas cayeron sobre la tierra, un torrente de dolor, pero también de furia me puse de pie, ya no era la joya protegida de Faelan. — Me quitaron mi sangre y me robaron mi hogar —dije, con la voz firme, dirigida a la luna—. Soy Lyra del Sol Ceniza y juro por la sangre de mi padre, por la valentía de mi madre y por el sacrificio de Aion, Caelum y Castian que estas tierras serán mías de nuevo tarde o temprano, juro que la traición de los cobardes será su castigo. En cuanto terminé mi juramento, el aire se hizo frío y denso, sentí una presión abrumadora, un gruñido profundo, que vibró en mi pecho, resonó a mis espaldas. Me giré y mi corazón se detuvo. Parado a pocos metros había un lobo gigantesco, puro ébano con ojos que ardían con un rojo ominoso, la presión de su poder era tan cruda que sentí que mis propias células se encogían. Me puse a la defensiva a pesar de que sabía que no tenía entrenamiento, mi padre me había criado como una princesa, no como una guerrera, quizás esa sería mi perdición. El lobo dio un paso lento examinándome, pensé en huir pero entonces oí la voz de mi padre "Un Alpha nunca huye de lo que le pertenece" De repente el lobo se disolvió en una ráfaga de sombra, revelando a un hombre alto, con cabello negro azabache y los mismos ojos carmesí. Él me estudió con una intensidad que era tanto peligrosa como posesiva. — Así que esta es la última ascua del Sol Ceniza —dijo, su voz grave y cargada de autoridad. — ¿Quién eres tú? —pregunté. El hombre sonrió, una curva lenta y helada. — Mi nombre es Kael soy el Alpha de la Manada de la Sombra de Acero, la más poderosa del Norte y he oído que tu pueblo te ha desechado. — ¿Estás enterado de la masacre y de la cobardía?— Pregunté sorprendida de que esto fuera algo que ya todos supieran. ¿Cómo? ¿Cómo era que todos lo sabían? — De todo y de tu juramento que acabo de escuchar por eso estoy aquí ante ti—declaró Kae—. Tienes un camino de sacrificio ante Krag o un camino de poder a mi lado. — ¿Qué me ofreces alpha Kael? — Vente conmigo —dijo, acercándose. Su aroma a poder y frialdad me envolvió—. Vente conmigo y te daré lo que necesitas para que tu juramento se cumpla, recuperarás tu tierra y tus traidores se arrastrarán. Me debatí entre el terror que me inspiraba Kael y la desesperación, en ese momento de conflicto mis ojos se encontraron con los suyos, en el silencio del valle, en medio de la desolación, un hilo invisible, ardiente, se ancló entre nosotros. No era una emoción que pudiera elegir sino un imperativo. Sentí el reconocimiento en el núcleo de mi ser, mi cuerpo lo sabía. Él no era solo un Alpha, el era mi Mate... Una sonrisa triunfante, casi depredadora, cruzó los labios de Kael, sus ojos rojos brillaron con conocimiento.— ¿Lo notaste?— Asentí, mi voz era apenas un suspiro. Mi destino se había entrelazado con este hombre temido y poderoso. — Iré contigo, Alpha Kael. Había hecho un pacto con el destino y con la oscuridad. El camino de la venganza comenzaba ahora, haría todo para vengar a mi familia para que ellos pagaran por su traición y mi dolorLyraEl mundo se detuvo los sonidos de los martillos contra la piedra, el crepitar de las hogueras y los murmullos de los seiscientos lobos que ahora habitaban mi refugio se desvanecieron en un zumbido sordo solo existían ellos, mis hermanos mis trillizos, aquellos que compartieron el vientre de mi madre conmigo y que yo había dado por muertos bajo las vigas calcinadas de nuestro palacio.Me aferré a ellos con una fuerza que me hizo doler los brazos, hundiendo mi rostro en sus hombros maltratados, el olor a bosque, a sudor y a esa esencia familiar que solo los Sol Ceniza compartíamos me inundó los sentidos, lloré no como una Alpha, sino como la niña que fue arrancada de su hogar.— Sabíamos que eras tú Lyra —susurró Castian, el mayor de los dos por apenas unos minutos, mientras acariciaba mi cabello con manos ásperas—. Vimos las señales escuchamos los rumores sobre una loba plateada que se movía por las fronteras, sabíamos que eras tú que estabas viva, que habías logrado vivir, te
LyraEl aire de la montaña ya no olía a derrota. El aroma a pino y tierra húmeda estaba siendo reemplazado por el olor a madera recién cortada, cal y el sudor de cientos de cuerpos trabajando al unísono lo que empezó como un grupo de cuarenta sobrevivientes heridos se había transformado, en menos de veinticuatro horas, en un hormiguero humano de proporciones épicas.Los materiales —comprados con el oro que Kael había liberado antes de caer— llegaban en caravanas constantes, camiones cargados de vigas de acero, sacos de cemento y suministros médicos subían por los senderos escarpados que Marcus había asegurado.Me detuve en un saliente rocoso para observar el valle los grupos estaban divididos con precisión militar, unos levantaban las defensas perimetrales, otros despejaban los escombros de la antigua fortaleza, y los más jóvenes organizaban las tiendas temporales, mi corazón dio un vuelco al contar las cabezas, ya no éramos cuarenta, eran más de cuatrocientas personas. Lobos que
LyraEl sol de la mañana se sentía como una condena cada rayo de luz que entraba por los ventanales de la mansión Renard me recordaba que el reloj estaba en marcha, durante todo el día, me convertí en una sombra dentro de mi propia piel esquivé a Dorian con una maestría nacida de la desesperación fingí migrañas, me encerré en la biblioteca y di órdenes contradictorias al servicio para mantenerlos confundidos. No podía permitir que Dorian viera en mis ojos que el pájaro estaba a punto de romper la jaula.Mientras tanto, mis guerreros se movían con la precisión de depredadores silenciosos Marcus había sido fundamental siguiendo mis órdenes, nuestra gente empezó a evacuar provisiones en grupos de dos o tres, camuflados como trabajadores que regresaban a los límites del terreno para "traer más materiales". Les pedí que se llevaran lo esencial, que fueran ligeros lo que no podíamos cargar, lo compraríamos después con la fortuna que ya descansaba bajo mi pulso.Cerca del mediodía, Marcus
LyraEl frío de la madrugada aún calaba en mis huesos cuando dejé la cabaña miré a Torvin una última vez el Beta asintió con una solemnidad nueva, una lealtad que ya no le pertenecía a la Sombra de Acero, sino a la mujer que acababa de salvar a su Alpha.— Cuídalo con tu vida, Torvin —susurré—. Si despierta y pregunta, dile que he ido a terminar lo que empezamos y que no se atreva a morir ahora que tiene una deuda conmigo.Caminé de regreso hacia el territorio Renard, usando las sombras y mi conocimiento del terreno para entrar sin ser detectada. Sin embargo, no llegué a mi habitación de forma silenciosa. Al entrar por el ventanal del salón privado, las luces se encendieron de golpe. Dorian estaba allí, sentado en un sillón orejero, con una copa de coñac en la mano y una expresión que oscilaba entre la preocupación fingida y una furia volcánica.— ¿Dónde estabas, Lyra? —su voz era un látigo bajo—. Mis rastreadores perdieron tu señal en el linde del bosque casi envío a un batallón
LyraEl aire dentro de la cabaña era pesado, cargado con el olor metálico de la sangre y el aroma rancio del polvo acumulado por décadas. Pero por encima de todo, predominaba el hedor dulzón y corrosivo de la plata quemando carne licántropa. Kael yacía sobre el colchón desvencijado, su pecho subiendo y bajando en espasmos cortos y superficiales cada vez que su corazón luchaba por latir, el lazo de Mate me enviaba una descarga de agonía que me hacía apretar los dientes para no gritar.— Alpha Lyra, no tenemos suministros —dijo Torvin, su voz quebrada por la fatiga y el dolor de su propia herida—. Sin instrumental quirúrgico para extraer esos fragmentos de plata, la infección llegará a su corazón en menos de una hora se está apagando.Miré las manos de Torvin, que temblaban mientras sostenía un trapo sucio el era un guerrero, un Beta leal, pero no era un sanador y en este lugar, en el límite del mundo humano, la ciencia de los lobos no podía alcanzarnos.— Muévete, Torvin —ordené, m
LyraEl sonido de la maquinaria pesada y el golpeteo constante de los martillos contra la piedra debería haber sido música para mis oídos estábamos en las tierras limítrofes, un valle fértil y estratégico que Dorian me había cedido como gesto de "buena voluntad" para reconstruir el hogar de los Sol Ceniza. Marcus y mis guerreros trabajaban codo a codo con los obreros enviados por los Renard, y por primera vez en años, vi una chispa de esperanza en los ojos de mi gente.Sin embargo, mi instinto de Alpha no me dejaba descansar. Mientras Dorian hablaba con el capataz, me alejé con la excusa de revisar los cimientos de la que sería la Casa Alpha. Me acerqué a uno de los postes de comunicación recién instalados a simple vista, era tecnología estándar, pero al inclinarme y observar el cableado oculto tras una placa metálica, mi sangre se congeló.No eran solo cables de red había receptores de frecuencia ultra-alta y lentes de micro-cámara térmicas camufladas en las molduras, apuntando
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