Capitulo 04

​Lyra

​Me desperté con la sensación de tener arena seca en la boca y un dolor atroz.

No era la punzada en mi sien derecha lo que más me dolía era la certeza de que mi último refugio —la esperanza de que Kael fuera mi camino a la venganza— era en realidad una jaula más sofisticada.

Había sido humillada, golpeada y despojada de cualquier dignidad restante, ​abrí los ojos, el techo de piedra me devolvió una visión borrosa, estaba de nuevo en la cama, limpia, aunque mi ropa sucia y rota estaba arrugada en una pila en la esquina.

Alguien me había movido y me había curado el golpe, ​intenté incorporarme, gimiendo fue entonces cuando noté la figura sombría sentada en el borde de la cama, observándome en el penumbra de la tarde que se colaba por la ventana.

​— No te muevas —ordenó Kael, su voz grave, como grava rodando, la autoridad que emanaba de él era inmensa, pero debajo sentí algo más una tensión reprimida que lo hacía más peligroso que cualquier guardia—. Te dieron un golpe considerable. Tuviste suerte de que el guardia usara el dorso de la mano y no el puño cerrado.

​Mi cuerpo se tensó, el dolor en mi sien no era nada comparado con la rabia.

​— ¿Suerte? —Me levanté un poco, desafiándolo con la mirada, la herida me latía con cada palabra—. ¿Te divierte coleccionar lobas rotas para que tu prometida las use como saco de boxeo? ¿O es que en tu manada la justicia solo aplica para los que tienen un vestido de seda y un apellido poderoso?

​Kael se levantó, su figura de Alpha se cernía sobre mí como un eclipse.

​— Escucha, Lyra, esta no es tu maldita manada destrozada, aquí hay orden y hay jerarquía. —Me señaló con un dedo, sus ojos carmesí como ascuas encendidas—. Aquí no te abalanzas sobre la futura Luna y la golpeas tienes suerte de que el guardia no te haya quebrado el cuello por la insolencia, tienes que controlar esa ferocidad que no te puedes permitir, o te costará la vida.

¿La futura luna?

Yo debería ser la futura luna!

Yo era su mate o esa impostora!

​— ¡Ella me golpeó primero! ¡Ella me amenazó! —Intenté explicar.

​— No me importa quién empezó, ella es Lia y tú eres mi huésped y en mi manada, mi futura Luna no es tocada por una... por nadie, actuarás con el decoro que te falta —me interrumpió, con esa autoridad despiadada que no admitía réplica era inútil, el ya había decidido el relato.

​Me rendí, volviendo a hundirme en las sábanas la desesperación se transformó en una pregunta punzante, la única que importaba

​— ¿Por qué? —Mi voz era un susurro roto que contenía toda la frustración de mi alma—. Si tan importante es su estatus, si tu orden y tu política están por encima de todo ¿por qué me trajiste aquí? No tiene sentido, estás prometido, tienes a Lia ¡Estás a dos semanas de casarte con ella! ¿Para qué molestarme en traerme a este infierno si estoy destinada a ser tu secreto sucio y humillado? ¡Solo déjame ir!

​Kael se quedó quieto, inamovible, como si la tierra se hubiera abierto bajo sus pies, el brillo rojo en sus ojos se intensificó y por primera vez, no vi enojo, vi una lucha interna monumental, un conflicto que lo estaba devorando por dentro.

​— Porque eres mi Mate —dijo Kael, la confesión resonando como un trueno en la quietud de la habitación, su tono era de resignación absoluta, un hecho que lo enfurecía, no de amor—. Y el vínculo es... ineludible, no puedo dejarte a la deriva por mucho que lo desee— ​Él dio un paso más cerca y el aire se cargó de su esencia volviéndose denso, eléctrico.​— No permitiré que caigas en manos de otro Alpha, krag o cualquier otro, no voy a permitir que te posean, tú me perteneces, Lyra. —Me miró, y su mirada fue un reclamo silencioso que lo dijo todo—. Incluso si no puedo tenerte.

​Tú me perteneces...

Era posesivo, frío, egoísta, pero también... Era protector, era el lobo hablando, el instinto primario que no podía soportar que su otra mitad estuviera cerca de un rival, incluso si el hombre Kael estaba atado por la política, el vínculo nos había forzado a esta miserable situación.

​Mi corazón se encogió y se hinchó a la vez, no era la ternura que había soñado, pero era una conexión era la confirmación de que no estaba loca.

​Tomé una decisión desesperada e imprudente, impulsada por el dolor, la furia y ese fuego que él había encendido, si el hombre no podía elegir, el lobo lo haría.

​— Si me perteneces, Kael... —dije, reuniendo cada gota de valor que me quedaba en el cuerpo, me impulsé hacia adelante, lo alcancé lo suficiente para rodear su cuello con mis manos, mis dedos sucios y magullados rozando su piel, el estaba congelado por la sorpresa y entonces arriesgándolo todo, lo besé.

​Mis labios se estrellaron contra los suyos, un acto de pura desesperación, de rabia, de reclamación y de vida.

Esperaba que me empujara, que me gritara "¡Lia!", que me recordara la inminente boda pero Kael no me empujó.

​Después de un instante de parálisis, un gruñido bajo y animal escapó de su garganta el control se rompió como cristal fino, Kael me tomó con una fuerza brutal, sus manos como garras de hierro agarrándome la cintura y atrayéndome con una necesidad que rivalizaba con la mía, su beso fue una tormenta hambriento, exigente, caliente.

Me besó con el salvajismo de su lobo, con la frustración de la negación y con la pura ira de un Alpha que había sido acorralado por el destino y la política.

​Mi beso fue respondido, la conexión se encendió, un incendio que consumía todo el dolor y la traición que habíamos sentido.

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