Lyra
La casa era hermosa pero se sentía como una jaula.
Los muros gruesos de piedra de la Sombra de Acero me recordaban que mi libertad era una ilusión, un regalo provisional del Alpha Kael después de la mañana de humillación y la tarde de desesperación, necesitaba respirar, necesitaba ser lo que la sangre me había forjado: una loba libre.
Me vestí rápidamente, tomé una cantimplora y abrí la puerta caminé sin rumbo, dejando atrás los límites visibles de la manada, mi instinto me empujó hacia los árboles, hacia la espesura que olía a tierra y salvajismo, lejos del orden militar de Kael.
Cuando sentí que el olor de la fortaleza se disipaba y el aire se volvía puramente silvestre, me detuve la transformación fue un alivio, dejé que mi piel se rasgara que mis huesos se reordenaran.
Me convertí en mi forma de loba, mi pelaje blanco puro, una reliquia de mi extinto linaje corrí, corrí con la velocidad de mi dolor, con la rabia de mi humillación, fui un fantasma blanco que se deslizaba