Entré al edificio con la carpeta cerrada bajo el brazo como quien entra a una sala de juicio. La notificación de auditoría interna había corrido por toda la empresa como un rumor frío; ahora la máquina que había activado comenzaba a moverse. Mis manos no temblaban —o al menos eso creía—; la calma que me sostenía era de hierro, aquella que sólo te da la certeza de llevar la verdad contigo.
La sala de reuniones olía a papel, a café y a la formalidad de los relojes. Diego, Carla y el analista estaban allí, ya con el expediente extendido. En la cabecera, el director de auditoría tomó la palabra con una profesionalidad que helaba.
—Hemos revisado preliminarmente las conciliaciones y los movimientos de la cuenta conjunta a nombre de A. Rodríguez y S. Delgado —dijo—. Hay irregularidades que requieren investigación externa inmediata. Además, hemos detectado transferencias que salen del circuito habitual de la empresa hacia cuentas con titularidades opacas. Solicitaremos peritaje financiero