Llegué al trabajo con el corazón pesado, la espalda rígida y la sensación de que todo en mi vida se estaba desmoronando. Las manos aún temblaban de la conversación con Luciano, pero no podía mostrarlo; el mundo a mi alrededor seguía igual de cruel, indiferente, como si nada hubiera pasado. Y ahí estaba Adrián, con esa mirada de dueño de todo, sonriendo mientras Lucía, radiante como siempre, se recostaba a su lado.Intenté ignorarlos mientras me dirigía a mi escritorio, pero no pude evitar sentir cómo todos mis esfuerzos pasados parecían evaporarse. Cada carpeta organizada, cada informe revisado, cada noche sin dormir trabajando en el proyecto de desarrollo tecnológico que había diseñado para ayudar a la empresa familiar de Adrián, se sentía como polvo en mis manos.Me senté frente a mi computadora, con la mente intentando concentrarse, pero mi corazón estaba en otra parte. Cada vez que levantaba la vista, veía a Adrián y Lucía intercambiando sonrisas y miradas cómplices, y algo dentro
Leer más