Habían pasado dos días desde que Enzo partió, me inquietaba lo que pudiera haber sucedido durante ese viaje. Estar cerca de Freya siempre implicaba peligro, y no quería que por nada del mundo pudiera sucederle algo al gran amor de mi vida, porque ahora lo sabía: Enzo era lo que cualquier loba pudiera desear, un alfa en toda la extensión de la palabra, capaz de despertar las más bellas emociones y las más intensas fantasías.
Me encontraba en el despacho de Enzo. Los preparativos de la boda marchaban a pedir de boca, pero cuando lo concerniente a la organización terminaba, las horas se sentían tan solitarias… Así que decidí ocupar el tiempo en ayudarlo a solucionar algunos pendientes. No estaba tan familiarizada con la Manada de las Sombras, pero con base a mi experiencia en Luna Roja, seguro podía ser de mucha utilidad.
Revisaba el listado de compromisos anotados en una libreta de cuero, cuando de repente, una carta oculta entre los libros de contabilidad me llamó la atención. La letra