Eira es una joven Omega que carga con una maldición desde niña. Solo podrá romperla si un Alfa la elige como su pareja destinada. Pero… ¿Quién estaría dispuesto a sacrificar su renombre y condenarse a una vida de desgracias por ella? Lo sabía bien: nadie. Sin embargo, tenía otra manera de deshacerse de su destino: encontrar lo que las hadas habían perdido, un artefacto mágico capaz de conceder un único deseo. Minhos también es una figura envuelta en una leyenda. Un Alfa poco común, con características vampíricas que lo convirtieron en un General cruel y despiadado. Su destino se cruza con el de Eira, y lo que comienza como una simple obsesión por “el sabor” de la joven pronto se convierte en una cacería en la que él no permitirá que ella escape fácilmente.
Leer másCapítulo 1
Un lobo herido
Eira
—¡Eira, despierta de una vez! —La voz de una joven omega resonó en toda la habitación. Era un día esperado por cualquier lobo... excepto por Eira.
Había sido comprada por la familia Valmont cuando aún era una niña pequeña. La guerra iniciada en Du Sang había arrebatado innumerables vidas, incluida la de su familia.
—¿Qué sucede, Adhara? Anoche trabajé demasiado, déjame dormir un poco más —murmuró Eira con voz somnolienta, girando sobre su lecho de paja.
Su amiga había ido a buscarla porque aquel día todos los lobos de menor categoría y fuerza debían escoger a sus Lunas.
—Debes ir, no quiero que te elijan como sacrificio. Ya sabes cómo es Logan, dijo que quería cumplir con esa antigua tradición —explicó Adhara con urgencia.
Eira suspiró. Sabía bien del desmedido deseo de Logan por convertirse en el Alfa de Lilles. Desde que Mikros declaró la guerra, hacía más de veinte años, cada ciudad se había independizado y funcionaba como un reino distinto.
—Ya conoces mi reputación. Nadie se sentirá cómodo conmigo, dirán que les traeré mala suerte. Es mejor que me quede aquí, haciendo lo mío —dijo con un bostezo.
—Vamos, puede ser tu oportunidad. Esa maldición que cargas podría romperse si alguien te elige como Luna —insistió Adhara, con una sonrisa en el rostro.
Eira también sonrió, aunque con ironía.
—Por supuesto. Seguro que un Alfa renunciará a su poder y liderazgo solo para cargar con mi mala suerte sobre sus hombros. Claro que decidirá arruinar su vida por mí —replicó con sarcasmo.
—¡Estoy hablando en serio, Eira! —La voz de Adhara se tornó grave. Respiró hondo antes de continuar—. Logan... Logan dijo que serás el sacrificio, la virgen que deberá soportar el dolor.
Eira sintió cómo su respiración se volvía errática. Siempre creyó que, al menos, lograría vivir en paz, pero aquel Alfa solo quería verla sufrir.
—Eso es absurdo, Adhara. No tiene sentido. Además, yo no tolero el dolor… —se puso de pie de inmediato, con el pánico reflejado en su rostro.
—Bueno... eres de las pocas que no tienen pareja y, según él, eres la candidata perfecta para su retorcida idea —explicó su amiga con preocupación.
Eira permaneció en silencio. Conocía al heredero del Alfa de Lilles y sabía que no se daría por vencido fácilmente.
—Entonces... debo convertirme en la peor opción posible —musitó con determinación.
Adhara la observó con incertidumbre. Comprendió de inmediato a qué se refería su amiga, pero eso también implicaba un riesgo. Todos en Lilles la conocían y la evitaban, pero si actuaba con demasiada rebeldía, podría empeorar su situación.
—No hagas una locura, Eira. Lo mejor sería que te vayas de aquí hasta que el ciclo de celo termine —sugirió Adhara.
Eira negó con un gesto. Logan siempre encontraba la manera de hacer correr rumores sobre ella, asegurando que su sola presencia traía desgracias. Y no era del todo una mentira… Al parecer, los asesinos de su familia dejaron sobre ella una maldición, pues cualquiera que la tocara terminaba sufriendo infortunios.
—Ya encontraré una solución. Puedo soportar el rechazo, las humillaciones... pero no permitiré que me lastimen físicamente. Eso sería insoportable. Ni siquiera soporto un rasguño... —susurró, abrazándose a sí misma.
Quizás esa era otra de las consecuencias de la maldición que cargaba.
—Amiga, por favor, solo vete. Usa la cabaña a la que suelo ir, él no conoce ese lugar. Solo hazlo. Eres una omega, igual que yo, no será un problema ocultarte. No hueles a una Alfa y, además, no tienes una pareja destinada, será difícil que te encuentren —insistió Adhara.
Eira entendió lo que su amiga intentaba decirle. No había duda alguna: ella nació sin un lobo. Siempre se tuvo a sí misma para enfrentar cualquier dificultad.
—Bien, iré allá… —murmuró con determinación.
Se alzó con rapidez y tomó un bolso. El sol apenas despuntaba en el horizonte. Adhara también se alejó con la misma prisa, guardando su teléfono celular y tratando de despistar a las personas de la mansión Valmont, la familia de Logan.
Eira caminó rumbo a la huerta. Antes de irse, dejaría preparados los ingredientes para el desayuno. No quería que la buscaran o la regañaran por no haber cumplido con su trabajo. Sin embargo, cuando estaba a punto de hacerlo, una mano fuerte la sujetó del brazo con brusquedad.
Giró rápidamente y, al hacerlo, se encontró con la fría mirada de Logan.
—¿Cómo estás, señorita mala suerte? —su voz destilaba burla—. No olvides ir esta noche a la montaña. Será divertido.
Eira intentó zafarse, pero él la sostuvo con más fuerza. Luego, sacudió sus manos con disgusto, como si el simple contacto con ella le resultara desagradable. Antes de que pudiera reaccionar, Logan jaló con rudeza su largo cabello negro y enredó un brazo en su menuda cintura, inmovilizándola.
"Tonta. Esta noche será interesante. Es una lástima que traigas desgracias... Con solo tocarte, de seguro algo me saldrá mal", pensó Logan, observándola con sus imponentes ojos azules. Su cabello blanco, distintivo de su linaje albino, era sinónimo de respeto y poder desde hacía siglos.
—Déjame. Debo trabajar y no tengo tiempo para ir a esa absurda fiesta —replicó Eira, forcejeando.
Él la soltó con rudeza.
—Debes hacerlo.
"Contigo demostraré el poder que tengo. La gente de Lilles cree que eres la responsable de nuestras últimas derrotas contra Mikros. Necesitan ver que puedo controlarlo todo."
Eira recogió los vegetales con manos temblorosas.
—Debo llevar esto a la cocina —dijo con voz firme.
Logan no respondió, simplemente le dedicó una última mirada antes de alejarse.
Cuando estuvo segura de que se había marchado, su corazón volvió a latir con normalidad.
Capítulo 53Otro lobo de ojos grisesA la mañana siguiente, Eira despertó lentamente, como si emergiera desde el fondo de un sueño pesado, por un momento, no sabía dónde estaba. Parpadeó varias veces, confundida, la cama era demasiado suave, las sábanas olían a lavanda y a algo más… ¿a bosque? Su respiración se tornó más lenta mientras miraba a su alrededor.La habitación era amplia, decorada con elegancia y sobriedad. Las paredes estaban recubiertas de madera pulida y oscura, y un espejo grande con marco dorado colgaba frente a la cama. Sobre una cómoda de roble reposaban algunos frascos de perfume, velas sin encender y un reloj antiguo. Todo parecía sacado de un hotel de lujo o de una casa noble.—¿Dónde estoy? —murmuró con la voz todavía áspera del sueño.Desde un rincón de la habitación, Luna, estiró sus patas delanteras con elegancia felina y, tras un largo bostezo, le respondió:—Minhos está en otra habitación —dijo sin más, como si aquello explicara todo.Eira parpadeó nuevament
Capítulo 52El hogar de MinhosEl joven alfa no sabía qué hacer al ver el cuerpo de Eira entre sus brazos. Su piel, habitualmente cálida y llena de color, ahora se veía pálida como la luna en una noche nublada. Apenas respiraba. Minhos podía sentir cómo su pecho subía y bajaba de forma débil, casi imperceptible. Era como si una parte de ella se hubiera desconectado del mundo.—¡¿Qué ocurrió?! —preguntó Luna al llegar corriendo, alarmada por el rastro de energía mágica que había sentido. Se agachó de inmediato y trató de canalizar su propia magia hacia Eira, invocando un suave resplandor dorado en sus manos. Pero fue inútil. La magia no surtía efecto alguno.—No pude contenerme… —respondió el joven con su voz grave y ahora cargada de culpa, como pocas veces él aún seguía en shock. Su mirada estaba perdida en el rostro inconsciente de Eira.—Lo mejor será llevarla a la casa —dijo Luna con tono firme, pero preocupada. --. Minhos, creo que ella usó todas sus fuerzas para sanarte… esa herid
Capítulo 51El descontrol de un alfaEira aún sentía el peso de la debilidad recorriendo su cuerpo tras haber sanado a Minhos. La energía que había gastado la dejaba vulnerable, y las pastillas que solían aliviar su agotamiento se habían agotado. Con el corazón latiendo débilmente, siguió a Luna, quien avanzaba con pasos rápidos hacia un aeropuerto privado. Al acercarse, Eira divisó un helicóptero plateado, nunca había subido a uno, y la idea le provocó un nudo en el estómago.—¿Vamos a viajar en eso? —preguntó, su voz sonó cargada de confusión y un leve temblor.—No hay tiempo que perder —respondió Luna, con urgencia—. Logan Valmont está furioso, y no queremos que nos alcance.Eira frunció el ceño, antes de que pudiera preguntar, una nueva sorpresa la golpeó.—¿Quién lo va a pilotar? —inquirió, mirando el helicóptero con dudas.—Yo —declaró Minhos con una calma que contrastaba con la situación.Eira lo observó, boquiabierta. Apenas comenzaba a conocer a este hombre, y cada día descubr
Capítulo 50AdvertenciasEira gateó hasta el fondo de la cueva, sus manos tantearon entre la tierra húmeda, debajo de la roca plana donde lo había dejado la última vez. Movió una raíz seca, levantó el pequeño trozo de tela que había dejado como señal… pero no había nada.Volvió a buscar, a remover cada espacio estrecho que sus dedos alcanzaban. Su respiración se aceleró y el corazón le latía con fuerza. El libro no estaba...—No… no puede ser —susurró—. Nadie debería haberlo encontrado.El eco de sus palabras se perdió entre las piedras, en ese momento, Luna apareció entre las sombras, había vuelto a su forma de gata, más pequeña, ágil, se deslizó con rapidez hasta quedar junto a ella.—¡Eira! —exclamó con urgencia—. Minhos me avisó… vienen hombres hacia aquí. Uno de ellos huele a Logan, tenemos que irnos ya.—Es que… el libro no está —respondió la omega, con la voz rota.—¿Qué? —Luna abrió los ojos con sorpresa—. ¡Pero se supone que nadie sabía que estaba escondido aquí!—No lo sé… n
Capitulo 49Camino a un nuevo reinoEira conocía perfectamente ese bosque, cada atajo, cada rincón oculto entre los árboles, ahora, gracias al amuleto que Luna le había entregado días atrás, podía moverse por ahí sin sentir ese miedo constante a que Logan la rastreara.Ese pequeño fragmento de magia la protegía, al menos por ahora.Minhos tomó su forma de lobo sin decir una palabra, su pelaje negro con ciertos toques grises casi invisibles, lo hacía ver aún más imponente.Luna, a su vez, se transformó en una especie de gato gigante, su cuerpo ágil y elegante, con el pelaje brillante aún bajo la luz del sol.—Vamos, sube —le dijo la felina.Eira asintió y, con algo de dificultad, subió a su espalda, sujetándose del largo pelaje en su cuello.—Eira, te veo algo asustada —dijo Luna mientras avanzaban entre la espesura del bosque.—Es que… no sabía que Minhos fuese tan intuitivo… o fuiste tú quien… —Eira no terminó la oración, pero Luna entendió de inmediato a qué se refería.—Entiendo, E
Capítulo 48Un viaje inesperadoEira lo entendió en ese instante, no hizo falta que él lo dijera con palabras, Minhos iba a usar su debilidad en su contra.—Entonces… por eso querías saberlo. Para utilizarlo —le reclamó, con la voz quebrada pero firme.Minhos no se inmutó.—Con o sin conocimiento de eso, necesito toda la verdad —respondió con esa calma que más que calmar, irritaba.No hubo rastro de culpa, titubeos ni dudas en su voz, Eira bajó la mirada un instante, pero no porque se sintiera culpable. Sino porque no quería que él viera la furia que comenzaba a acumularse detrás de sus pupilas a punto de desbordarse en lágrimas.—Entonces no soy más que eso para ti… ¿verdad? —murmuró—. Una pieza. Algo útil mientras sirva para lo que estás buscando.—No romantices esto, omega. Tú me necesitas, y yo te necesito —dijo Minhos, con ese tono seco que no daba lugar a interpretaciones equivocadas.Pero Eira no conocía ese tipo de “necesidad”.No de esa forma.Que alguien la necesitara… que al
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