Cuando Javier regresó aquella tarde, pensó que Alicia estaba mal, sin embargo, la encontró bien.
—Alicia, ¡no vuelvas a mentirme usando el embarazo! Eso es cruel.
Ella bajó la mirada.
—Te necesito a mi lado, Javier.
Javier lanzó un suspiro.
No dijo nada. Ella intentó abrazarlo, pero èl se desprendió de ella.
—Javier, ¿Cuándo vas a divorciarte?
—Hasta que Paula vuelva, solo entonces, firmaré el divorcio.
Alicia le miró con sorpresa y frustración.
—¡Javier, no hagas esto! Ella no te ama, además, ¡no puedes permitir que nuestro bebé crezca como un bastardo.
—Ya basta, sabes perfectamente como son las cosas, solo me divorciaré de Paula cuando ella vuelva, y firme el divorcio delante de mí.
Javier dio la vuelta y la dejó ahí.
Alicia sintió rabia.
«Ella no volverá, ella está muerta», pensó.
***
En otro rincón de la ciudad, Felicia se revolvía en la desesperación.
Para ella, la noticia de la muerte de Iñaki apenas había sido un dato más, un inconveniente menor.
Pero que Paula siguiera con vi