Paula cayó de rodillas, con el alma hecha pedazos. Sus piernas simplemente no pudieron sostenerla más.—¡Me das asco! —escupió Javier con una voz helada, sin mirarla, sin vacilar.Y se fue. Sin más.El portazo resonó como un trueno en su pecho, un eco que la dejó temblando. Ella se quedó allí, en el suelo, deshecha.A su lado, Alicia la observaba con los brazos cruzados y una sonrisa burlona que la atravesaba como un cuchillo.El corazón de Paula latía con violencia, con desesperación, con ese tipo de angustia que ahoga, que consume. No entendía nada. Todo su cuerpo temblaba, y el miedo le escalaba por la garganta como una serpiente venenosa. Un miedo profundo, paralizante, que la estaba enloqueciendo.Levantó lentamente la mirada y la clavó en Alicia, buscando respuestas, algún atisbo de humanidad en su rostro… pero solo encontró burla.—¿Por qué lo hiciste, Alicia? —preguntó con la voz rota, apenas un susurro ahogado.Alicia soltó una risa seca, cruel, sin alma.—¿Qué hice? Ay, Paul
Leer más