Mundo ficciónIniciar sesiónLa puerta de la habitación se abrió de un solo golpe, con gran esfuerzo Fiorella abrió los ojos, había pasado una de sus peores noches, gracias a su padre ahora tenía una vida que ella no había adquirido.
—Fiorella, hija alístate, han venido por ti... Donato ha enviado a sus hombres para recogerte —habló su madre con un tono de voz dulce.
—Lo siento mamá, pero no quiero salir; me quedaré en este lugar —su madre frunció el ceño—. Tengo la esperanza de que Leticia aparecerá pronto.
—¿Qué carajos sucede contigo?, acaso has perdido la cabeza, no comprendes la magnitud del problema en el que estaríamos involucrados ante un desplante de tu parte.
»Vamos levántate, no pienso permitir que todo esté en riesgo por tu culpa, irás a encontrarte con Donato es una orden —Fiorella exhaló con fuerza.
El tono de voz de su madre cambió, ahora se mostraba agresiva y controladora.
Fiorella decidió evitar inconvenientes con su madre, se levantó, se bañó, llevó un fino vestido sobre su cuerpo y colocó un poco de maquillaje sobre su rostro imitando las acciones de su hermana.
Al salir se dio cuenta que su padre desde la distancia observaba lo que estaba sucediendo, Leticia había sido su favorita y le dolía que por su culpa hubiese desaparecido.
A su vez se sentía mal al estar vendiendo a su segunda hija, todo para conservar sus negocios y su lugar en la sociedad.
Fiorella fue llevada nuevamente a la villa a las afueras de Nápoles, esta vez su transporte fue por aire, en gran parte Fiorella estaba arrepentida de lo que había aceptado hacer todo para conservar la integridad de su familia.
Su dulzura y el amor que sentía por sus padres no permitían que correspondiera con desprecio y desinterés por los problemas que amenazaban con cobrar sus vidas.
Fiorella se encontraba en la entrada principal rodeada por hombres armados, el sonido de un auto se acercaba a gran velocidad.
Un auto de la más alta gama se detuvo frente a ella, la puerta se abrió, de su interior salió Donato con una camisa deportiva y pantalones ajustados.
Donato llevó la pistola a su cintura, caminó con el rostro firme directo hasta donde se encontraba Fiorella. Él sin pedir permiso la tomó de la cintura y posó sus labios sobre los suyos.
Fiorella intentó soportarlo, nuevamente estaba allí aquella mirada llena de duda en el rostro de Donato, mientras que en ella solo existía miedo aquel que impedía que pudiera respirar con tranquilidad.
—Espero que hoy traigas disponibilidad, no cuento con paciencia y menos si se trata de negocios.
La voz cortante de Donato hacía que todo lo que Fiorella había sentido en la primera impresión se quedara en el olvido.
Los ojos de Fiorella se humedecieron, su vida había dado un giro bastante drástico, había pasado de castaño a oscuro, estaba segura que todo lo que había vivido no tendría un peor final, todo hasta que Donato se apoderó de su vida.
Se sentía abandonada, su única salida era cumplir con la voluntad de los demás, comprendió que no había nada que envidiar de la vida de Leticia.
Donato tomó su mano y la llevó hacia el interior, una fuerte presión en el pecho hacía que Fiorella odiara con todas sus fuerzas a aquel hombre que sostenía su mano.
—¿Por qué buscas tener un hijo?, ¿qué sentido tendría tener una mujer a tu lado fingiendo ser tu esposa cuando no hay ningún sentimiento de por medio? —preguntó Fiorella con la voz entrecortada.
Donato se detuvo, se ubicó frente a ella, tensó su mandíbula y resopló con fuerza.
—Solo se trata de negocios, no pienso permitir que los caprichos de mi padre me arrebaten el puesto del nuevo líder, me darás un hijo y serás una buena esposa —aseguró entre gruñidos.
—¿Qué será de mí?, no soy como tú, tengo sentimientos, no soy un objeto al cual puedes poner en el lugar que se te antoje y disponer de mi sin mi consentimiento —habló Fiorella fijando la mirada en la suya.
—Tus sentimientos me importan muy poco, ahora me perteneces y te guste o no serás mía sin que nadie lo pueda evitar —Donato pegó su cuerpo al suyo e intentó besar sus labios, pero ella lo evitó.
Donato levantó la mano, la tomó con fuerza de sus mejillas, luego la besó con arrogancia y determinación demostrando quien tenía el control.
“En algún momento de mi vida esperé ser enamorada con flores y detalles románticos; sabía que existían idiotas, pero Donato ha logrado llevarse el premio, detrás de su belleza se esconde el peor hombre del mundo, no podría odiarlo más de lo que lo hago”, pensó Fiorella.
En aquel momento Fiorella pasó por alto las amenazas, consiguió zafar su cuerpo, intentó escabullirse, pero Donato la sostuvo del cuello.
—¿A dónde pretendes ir? —ella apretó los labios esforzándose para contener el llanto—. Entiéndelo de una buena vez, tu destino es estar a mi lado —habló acercando la boca a su oído.
Donato tomó con fuerza a Fiorella, pero ella se resistió nuevamente, sin pensarlo dos veces la levantó en sus brazos y la llevó hasta aquella lujosa habitación, sin mostrar piedad Donato empujó su cuerpo sobre la cama, ella de inmediato rompió en llanto.
El hecho de ser madre no lo había contemplado y ser esposa era algo que estaba demasiado lejos de sus deseos.
Donato se acercó a la licorera, sirvió en un vaso licor, de un solo sorbo lo desocupó, colocó las manos en su cintura y de un solo movimiento se arrancó la camisa, con el torso descubierto se acercó a la cama.
Fiorella simplemente negó con la cabeza, un enorme nudo en su garganta impedía que pudiera hablar.
En aquel momento un estruendo en la parte de afuera hizo que Donato se detuviera, posterior a ello una lluvia de disparos acabó con el silencio.
Los cristales del enorme ventanal cayeron al piso, las cortinas se movían ante los impactos de los proyectiles, Fiorella quedó congelada, el tiempo se había detenido siendo incapaz de poderse ocultar.
Fiorella no comprendía lo que estaba sucediendo, Donato tomó su cuerpo y lo protegió con el suelo, en medio de las balas él salió sosteniendo a Fiorella en sus brazos colocándola a salvo.
Donato dobló su cuerpo y abrió una puerta secreta, junto con Fiorella ingresaron en una habitación subterránea; Donato tomó su teléfono para hablar con su gente, mientras que él delegaba, Fiorella sentía una tensión física obligada ante aquella situación de peligro.
Había salvado su vida y eso no lo podía negar, Donato había hecho por ella lo que nadie antes se había atrevido a hacer; el cuerpo de Donato tenía unas cuantas heridas leves debido a los cristales.
Fiorella sentía como la respiración se agotaba al estar en el interior de aquella habitación, Donato al darse cuenta que su futura esposa estaba a punto de desmayarse se lanzó y sostuvo su cuerpo entre sus brazos.
Sus miradas se conectaron, la tensión era bastante, su torso descubierto recostado contra el pecho de Fiorella le enseñaba a respirar.
—Has salvado mi vida...
Donato con los dedos de manera delicada movió el cabello que cubría el rostro de Fiorella y besó sus labios. Era la primera vez que él se había preocupado de aquella manera por otra persona.
Donato el hombre frío y sin sentimientos vió en Fiorella una mujer real, una que hizo que en su interior despertara algo nuevo.
Por primera vez Donato vio el miedo en los ojos de Fiorella, aquel miedo que Leticia nunca demostró sentir.
“Aunque físicamente eres la misma mujer en la cual puse la mirada para hacer mi esposa, y tener un heredero, en el fondo eres una mujer nueva, una que extrañamente me atrae y eso me gusta”, pensó Donato queriendo devorar sus labios una vez más.
Un juego de miradas dio inicio, lo que sus bocas no eran capaces de decir, sus cuerpos lo gritaban.
“Resistirme no es una opción, detrás de este hombre salvaje lleno de peligro y sensualidad hay un hombre protector, estoy viviendo una historia difícil de creer, extrañamente lo disfruto; cada vez que Donato pone sus labios contra los míos mi cuerpo pierde el control y extrañamente quiero más de él.
Si tengo que continuar con esta vida lo mejor que puedo hacer es comenzar a disfrutar, la vida es corta y Donato con su compañía recompensa cada segundo”, pensó Fiorella aunque en su interior había una batalla entre sus sentimientos.
—Si pretendes hacer de mí tu esposa, la madre de tu hijo, por lo menos procura intentar ser un poco más... —musitó Fiorella con un tono de voz suave, pero él la interrumpió.
Donato la sostuvo de la cintura, el momento fue tenso y candente, la sensualidad era suficiente como para poder evitar su cercanía; Fiorella cerró los ojos, llevó los labios contra los de Donato y se fundieron en un beso intenso cargado de pasión.
Fiorella estaba confundida, en ese momento no sabía que era más peligroso: Estar haciéndose pasar por su hermana desaparecida o estar entre los brazos de Donato y perder el control cayendo en las llamas de la pasión descontrolada y feroz.







