Eliana no esperaba ser llamada tan pronto al salón principal del castillo, pero al caer la noche un guardia tocó a su puerta con tono seco.
—El consejo la reclama. Ahora.
El corazón le dio un vuelco. Había temido este momento: la prueba de su poder, la exigencia de mostrar lo que hasta ahora solo había practicado en secreto con Lucien.
Al llegar al salón, las antorchas lanzaban destellos azulados sobre los rostros inmóviles de los consejeros. Lyra ocupaba el trono central, con la elegancia de una reina oscura. Dracovish estaba a su lado, la mirada fija en Eliana.
—Sangre de luna —dijo Lyra con voz solemne—. Ha llegado la hora de demostrar si tu linaje es más que un mito.
Un murmullo recorrió la sala. Algunos vampiros parecían ansiosos, otros desconfiados, como si desearan verla fracasar.
Trajeron al centro a un vampiro herido. Sus manos temblaban y su piel ardía, marcada por quemaduras frescas de plata. El dolor lo hacía gruñir, y aun así trataba de mantener la dignidad frente al cons