Capítulo 15: El Desafío
El silencio denso y aterrador del castillo se rompió con un jadeo ahogado. Eliana y el conde Draconis, absortos en la intimidad de su conexión, se separaron bruscamente, sus ojos fijos en la figura petrificada en el umbral de la biblioteca. Era Barnaby, el mayordomo principal, un hombre cuya lealtad al linaje Draconis era tan antigua como las mismas piedras del castillo. Sus ojos, normalmente llenos de una serena solemnidad, ahora estaban desorbitados por la sorpresa y el escándalo, alternando entre la figura etérea de Eliana y el conde, cuya pose, aunque ahora distante, aún irradiaba el calor de un encuentro reciente.
La sangre pareció helársele a Eliana. Sentía el rubor subir por sus mejillas, quemándole la piel bajo la mirada acusadora de Barnaby. ¿Cómo explicar esto? ¿Cómo justificar una relación que desafiaba todas las normas y expectativas? Había una verdad innegable en los ojos del mayordomo: Eliana era una joven de pueblo, el conde un noble de abolengo,