Estaba atrapada, atrapada en un vínculo de pareja que detestaba. ¿Algún día escaparía de su control? —Yo, Tomás Sanz, Alfa de la Manada del Desierto Ámbar, te rechazo a ti, Carla González, como mi Luna. Recordaba sus crueles y cortantes palabras como si las hubiera pronunciado ayer. Nuestro vínculo de pareja era inexistente. Eso era mentira, existía, pero Tomás no se permitía acercarse a mí... ni estar a solas conmigo en una habitación. Era como si le diera asco. Me había reducido a nada. Era como la sombra de una pareja, y lo odiaba por eso. No podía seguir viviendo así, esperando... Era Carla González, la legítima Luna de la Manada del Desierto Ámbar. Sin embargo, mi pareja, el Alfa Tomás, se negaba a dejarme gobernar a su lado. Me sentía engañada por nuestro vínculo, y que no deseada por él. Había pasado varios años intentando que me amara... que me viera... ¿pero cómo podía lograrlo? Él ya tenía a otra... No podía quedarme, ya no era seguro para mí ni para mi bebé. Un bebé creado por la fuerza. Tenía que irme... tenía que huir y encontrar a mi padre. Él era la única salvación que tenía. Sin embargo, había sido visto por última vez en la manada enemiga, la Manada del Fantasma Oscuro. Era una manada notoria con un Alfa frío y calculador, que no toleraba a los forasteros. Se decía que aquellos que entraban en la manada nunca volvían a ser vistos. Pero no tenía elección... debía adentrarme en la manada enemiga para librarme de mi vínculo de pareja. Al final encontré a otro. Otro que me condenaba al mismo engaño del vínculo de pareja.
Leer más***De vuelta en la Casa del Alfa, le preparé una bebida caliente a Salomón en la cocina mientras revisaba el refrigerador buscando qué preparar para la cena. Había sido agradable cenar solo nosotros dos; conversábamos con tanta facilidad, especialmente cuando recordábamos nuestra antigua manada.Sabía que no debía hacerlo, que tenía que dejar esa manada en el pasado, pero era la manada de mamá y me encantaba hablar de ella.Mientras le echaba leche al café de Salomón y lo revolvía, alguien presionó mi enlace mental justo cuando se lo ponía enfrente.—¿Luna?—¿Sí?—Hay alguien en la entrada preguntando por ti. Pero creo que hay algo raro... es una trampa, tal vez un ataque. —la voz del guardia sonaba nerviosa.—¿Cómo que algo raro?—Se parece igualita a ti. En serio, si no fuera imposible, juraría que eres tú.—Oye, ¿qué te pasa? —la mano de Salomón tocó mi mejilla, haciéndome saltar y salir del enlace mental.Solo cuando bajó la mirada a mi mano me di cuenta de que aún tenía su café c
Punto de Vista de Carla—Si sigues por ahí sin cambiar el rumbo, vas a llegar a mi lugar favorito. Los acantilados con la vista más hermosa que he visto en mi vida. —señalé hacia los acantilados distantes.—Entonces tenemos que verlos hoy sí o sí. —Salomón se giró hacia mí, insistiendo en que agregara una parada extra al recorrido de fronteras que le estaba dando.Ya había recorrido las fronteras conmigo antes, pero esta vez quería llevarlo más lejos para que, cuando fuera beta, no tuviera que seguir preguntándome detalles sobre los perímetros.Me llevó tiempo entender las líneas fronterizas, tan zigzagueantes y diferentes a las manadas normales que suelen tener fronteras circulares. Por eso resultaba una pesadilla mantenerlas protegidas, pues cambiaban según la ubicación. Una vez que fuera miembro juramentado de la manada, comenzaría a sentir el zumbido del vínculo y la vibración de las tierras bajo sus pies.Lo llevé hasta las cimas de los acantilados donde el sol nos bañaba con fuer
Punto de Vista de Héctor—¡Ella no está aquí! —le contesté con amargura.—Si estuviera, ¿me lo dirías? —Se bajó del auto y se recarga contra la puerta.—La verdad, no. Si se fue de tu lado, por algo será. No digo que la conozco mejor que tú, pero algo sé de ella... ¡ahora vete de mis tierras! —le grité.Estas tierras eran mías. Las había ganado con mi propio esfuerzo, no las heredé de ninguna familia.Estudié negocios para trabajar con humanos, dejando atrás cualquier idea de ser alfa. Pero cuando volví unos días antes de que cumpliera dieciocho años y descubrí que era mi compañera, supe que solo había una forma de alejarla de él: tenía que convertirme en alfa, competir con él, tener una manada más grande y fuerte para salvarla.Ahora entendía que ella nunca quiso que la salvaran. No importaba lo que él hiciera, siempre lo perdonaría. Ya no quería formar parte de esa historia retorcida.La manada que construí para ella ya no competía con la Manada del Desierto Ámbar, la superaba por co
Punto de Vista de Héctor—¿Estás seguro, Julio? —pregunté por última vez a través del altavoz mientras permanecía en mi oficina con Esteban y Ramón.—Mi fuente es confiable. El Alfa Bruno se fue de la Manada Nocturna Reformada, si quieres encontrarla, ahora es cuando.Visitar la manada de Bruno era arriesgado, especialmente cuando mantenían conflictos con otra manada de la alianza. Mi presencia allí podría interpretarse como apoyo a los enemigos, lo que me acarrearía serios problemas.No creía en absoluto los rumores sobre el lobo blanco ni en la supuesta conexión con Carla, pero algo profundo me impulsaba a buscarla. Necesitaba ofrecerle refugio en mi manada, alejarla de aquel lugar. Solo imaginar el peligro que corría me oprimía el pecho... en una manada como esa, su tiempo estaría contado.—Bueno, hagámoslo. —estaba decidido a encontrarla, y con el Alfa ausente, mi misión sería menos complicada.—Pasa por mí en el camino... —la voz de Julio cobró vida a través del altavoz.—¿En seri
Punto de Vista de CarlaPapá siempre fue un Alfa de la vieja escuela. Le gustaba que la Casa del Alfa estuviera llena de gente trabajando, igual que en la Manada Aguasclaras donde siempre había alguien listo para lo que él necesitara. En esa época siempre había alguien para atender cualquier cosa que necesitara. Los Alfas nuevos ya no acostumbraban tanto lujo.La gente de aquí estaba feliz de pertenecer a una manada otra vez y trabajaba el doble de lo normal. Hasta se ofrecieron a hacernos la cena a Salomón y a mí, pero él les dijo que no antes de que yo pudiera decir algo.Él insistió en cocinar y a mí me pareció perfecto quedarnos solos en casa, pasar una noche tranquila charlando y recordando los viejos tiempos.Al inicio no le creí cuando dijo que sabía cocinar, pero cocina de verdad. Yo conocía betas que trabajaban tanto como los alfas, sin tiempo para ellos mismos y que por eso no sabían cuidarse bien. Ver a Salomón cocinando era algo nuevo para mí.Estábamos los dos en la cocina
Punto de Vista de CarlaLlevaba días trabajando doble turno en el centro médico, pero entre todos logramos que la mayoría de pacientes volviera a casa sanos y salvos. Unos pocos necesitaban más cuidados, aunque esperaba darles el alta en una o dos semanas para que descansaran en sus casas. Perdimos algunas vidas, sí, pero muchas menos de las que temía.Menos mal que el ataque paró tan de repente como había empezado. Si hubiera seguido, las pérdidas habrían sido terribles.—Gracias, Luna, —me sonrió una enfermera mientras la ayudaba a poner a un paciente en la cama.Nadie lo decía en voz alta por respeto a mi padre, pero yo sabía que toda la manada agradecía que los hubiera llevado a la batalla y me quedara cuidando heridos. Nunca podría ser Luna de verdad por ser hija de mi padre, pero podía hacer el papel... era lo que había nacido para hacer, aunque fuera en otra manada.—¿No te quieres ir a casa? Yo me hago cargo. —un doctor entró para revisar al paciente que acababan de operar.—Pu
Último capítulo