KATE DE FILIPPI
Bastien estaba demaciado tenso para cenar, gracias a dios, Addy aun no tenía la cena lista, faltaban algunos detalles así que tomé la mano de mi esposo y lo llevé al despacho de Lucien. La puerta del estudio se cerró con un golpe sordo.
Bastien caminaba de un lado al otro como un león enjaulado, la mandíbula tensa, las manos cerradas en puños. Lo conocía demasiado bien como para no saber lo que estaba sintiendo: rabia, miedo, una mezcla que en él podía acabar en una masacre… o en un infarto.
—¡¿En qué momento pasó esto, Kate?! ¡¿Cuándo nuestra hija se enamoró de un mafioso y nadie me dijo nada?!
—Bastien…
—¡Un mafioso! —repitió, casi escupiendo la palabra como si le supiera a veneno—. ¿Tienes idea de lo que eso significa? ¡Tú más que nadie deberías saberlo!
Suspiré, apoyándome en el respaldo del sillón. No podía razonar con él mientras rugía. Tenía que esperar a que se quedara sin aire.
—Ese tipo trabaja con Lucien. ¡Es un maldito jefe de la mafia, Kate! ¿Y ahora prete