No renunciaré a ella.
PAOLO MORELOS
Me quedé parado frente a la cafetería. El sol se había ocultado y la oscuridad se hacía más densa como si al irse Mily todo rastro de luz se perdiera.
Noah se había ido, arrastrando a Amelia como si yo no valiera nada.
Como si amar a su hermana fuera una ofensa imperdonable.
Como si yo... no mereciera siquiera mirar sus ojos.
Me llevé las manos al rostro, avergonzado, furioso, herido. El puñetazo aún me ardía, pero dolía más la forma en que ella se fue. Sin poder defendernos. Sin poder elegir.
Escuché pasos a mi lado.
—¿Vaya espectáculo, eh? —Silvano.
Ni siquiera lo miré. No podía. Pero sí lo escuché. Ese tono burlón que siempre usaba cuando ganaba algo, esa mueca apenas contenida en sus labios, esa sonrisa que se sostenía por la pura satisfacción de verme derrotado.
—Dime que no disfrutaste esto —gruñí, sin levantar la cabeza.
—Disfruté cada segundo. Y no lo ocultaré. El karma tiene una forma graciosa de equilibrar las cosas.
— Lo sabías ¿Cierto? Sabías que Noah era su