SILVANO DE SANTIS
El cuarto estaba lleno.
Mily me hablaba con dulzura desde la silla, mientras Lucien leía algo en su celular, con su eterno ceño fruncido. Kiara estaba junto a mi cama, acariciándome la mano de vez en cuando, y Addy, como siempre, organizaba cosas que no necesitaban ser organizadas.
Miré y me di cuenta de que me estaban poniendo sangre.
—¿Cuánta sangre me van a poner?
Lucien, que estaba concentrado en el celular, levantó la mirada con una ceja alzada y una sonrisa torcida.
—Agradece. Tendrás mi sangre, así que de ahora en adelante serás mejor. Digamos que subí tu nivel.
—Qué gracioso. No me río porque se me abre la herida. Ja, ja, ja.
Vi la sonrisa de Lucien mientras Addy le pegaba un golpecito en el pecho.
—No solo eso. Además tendrás sangre de Paolo y Noah. Ahí no sé cómo funcionará eso… si te volverás más amargado como Noah o más bromista como Paolo.
—¡¡¡OYE!!! Con mi Noah no te metas.
—Y con mi Paolo tampoco.
Mily y Kiara saltaron como verdaderas leonas, lo que me