Mi lado oscuro que no me gusta sacar.
ANNELISSE DE FILIPPI
La bodega estaba en silencio.
Un silencio espeso, como antes de una tormenta que no perdona.
La puerta se abrió.
Los tacones de mis botas resonaron como martillos de un juez.
Damián me hizo una leve reverencia.
—Está consciente. Le dimos suero. Para que aguante.
Asentí.
Noa y Paolo no dijeron nada.
Sus rostros eran serios como si no quisieran emitir ningún sonido para no molestarme. Sabían que no era el momento de hablar.
El cuarto era oscuro. Solo una lámpara colgante sobre una silla metálica.
Y en esa silla, encadenado con grilletes,
Esteban.
Tenía la cara destrozada. Labios partidos. Ojos hinchados.
Sangraba de una ceja y respiraba con dificultad.
Cuando me vio, se movió como pudo, con desesperación inútil.
—Anny… por favor… fue un error… perdí el control. Jamás quise… hacerte daño. Yo… yo solo… yo te amo
—¿Tú me amas? —pregunté. Mi voz sonó suave. Como terciopelo envenenado.
Me acerqué a la mesa que Damián había preparado.
Y vi todo.
Gancho carnicero. Pinzas d