“Eres mi lugar”
AUGUSTO DE FILIPPI
—Gracias, papá. Confía en mí.
Corté la llamada con papá y envié un mensaje al número que me dio. Luego miré hacia donde estaba ella, mi amada Lucy. La cena de la noche anterior fue maravillosa, llena de risas y bromas. Tía Ella y tía Moria siempre eran las mejores.
La noche estaba tibia. Me acerqué a Lucy y la abracé por detrás, besándola suavemente. Ella sonrió y comenzamos a dar un paseo.
El jardín tenía ese aroma a pasto recién regado y jazmín que tanto le gustaba a ella. Caminábamos lento, como si no tuviéramos a dónde ir, como si el destino fuera simplemente ese momento: su mano entrelazada con la mía, su hombro rozando el mío.
Lucy hablaba.
De cualquier cosa.
De todo.
De cómo Addy había preparado la mesa la noche anterior. De cómo tía Ella gritó porque no encontraba el sacacorchos. De lo rica que estaba la ensalada.
Y yo solo la escuchaba.
O mejor dicho… la sentía.
Su voz. Su risa. La forma en que, cada tanto, se detenía para mirarme y quedarse