ANNELISSE DE FILIPPI
Silvano me dejó en la entrada de la universidad con un beso en la frente y su típica advertencia susurrada en el oído:
—Si pasa algo raro… llama a Damián, estará aquí afuera, yo llegaré a ti rápido. Voy a encontrarte. Siempre.
Rodé los ojos, fingiendo fastidio, pero por dentro… me derretí. Él era así. Intenso. Sobreprotector. Mi mafia personal. Mi todo.
— No tortures tanto a Noah, pobrecito.
— No prometo nada amore mio.
Nos besamos un poco más hasta que llegó la hora de entrar, Damián me sonrió y se quedó en su puesto como cada día.
La mañana transcurrió entre clases, apuntes y bostezos. Cuando salí al pasillo rumbo a la siguiente aula, mi celular vibró.
Damián.
"¿Todo bien?."
Le respondí:
"Todo está bien, gracias."
Volví a guardarlo en el bolso, luego una suave vibración en mi pecho, miré y mi collas se estaba iluminando "Silvano me extrañaba y me estaba pensando" sonreí y le envié un mensaje.
— También te extraño amore mío, ven por mi para almorzar juntos ¿Sí?
—