Bastien De Filippi
Después de regresar con Addy, me metí a la ducha. Quería sacar toda esa suciedad que sentía. Había matado a miles, había torturado, disuelto cuerpos en ácido, hecho cosas que solo aparecen en pesadillas… pero nada me dolía tanto como ver a Lucien roto. Verlo con esa oscuridad de la cual no se puede salir. Y me dolía más aún que fuera por salvar a mi hija.
El agua caía por mi espalda mientras me afirmaba contra la pared, y entonces sentí sus manos suaves abrazarme por detrás. Sus besos en mi espalda. Su voz.
—¿Qué sucede, Bastien? ¿Qué te tiene así?
—Kitty… —me giré y la abracé. Ella era mi refugio. Siempre. La única luz en mi vida.
—¿Qué pasó, amor? Te vi volver con Addy, y a Lucca igual de triste. Dime, háblame, amor… estoy aquí —sus ojos verdes llenos de amor me miraban mientras sus manos acariciaban mi mejilla.
—Estuvieron vigilando a Addy. La iban a usar para destruir a Lucien. Él recibió una amenaza en Italia. Estábamos rastreando al maldito, pero Addy escuchó