Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa tarde tenía un silencio diferente, de esos que pesan lo justo antes de una conversación importante. Melissa dormía en el sofá, rendida por el calor y la emoción de los últimos días. El sol entraba a través de las cortinas con una luz amarilla que hacía parecer que el tiempo se detenía. Laila y Marcus estaban en la terraza, cada uno con una taza de té, en ese punto donde las palabras sobran, pero el silencio empieza a doler.
Marcus fue el primero en hablar, con la voz baja, casi medida.
—Necesito decirte algo —empezó—. No quiero que te enteres después o por otra persona. Y quiero que escuches todo antes de enojarte.
Laila lo miró, pero no dijo nada. Su cuerpo se tensó; lo conocía lo sufi







