El destino de Luna Moretti quedó sellado en un bosque oscuro y sangriento. A los trece años, su vida se hizo trizas cuando un accidente aéreo la dejó atrapada junto a su padre herido. Pero la verdadera pesadilla comenzó cuando un lobo negro apareció entre las sombras y, sin piedad, lo asesinó ante sus ojos. En su desesperación, Luna logró herir al monstruo, dejándolo marcado de por vida, antes de caer desmayada sobre un lobo blanco de ojos gélidos, sin saber que había salvado al mismísimo Alfa de una poderosa manada. Diez años después, Luna es una exitosa mujer de negocios, fría y calculadora, impulsada por un único objetivo: encontrar al asesino de su padre y hacerle pagar con su vida. Lo que no imagina es que su enemigo está más cerca de lo que cree… y que el hombre que más odia en el mundo no es el único lobo que acecha en las sombras. Damián Blackwood, Alfa de su clan, también ha cambiado. Ha enterrado su lado humano bajo una máscara de dominio y frialdad. Pero cuando su camino se cruza con el de Luna, una mujer que desafía su control y enciende un deseo que no puede ignorar, comprende que su batalla no solo es contra sus enemigos, sino contra sí mismo. Mientras Viktor Dragovic, el lobo al que Luna dejó marcado y tuerto, planea su venganza, Damián deberá protegerla sin revelar su identidad. Pero Luna no es una damisela indefensa… y cuando la verdad salga a la luz, quizás sea ella quien termine marcando el destino de todos. ¿Podrá el odio transformarse en algo más profundo? ¿O la venganza los consumirá antes de descubrir la verdad?
Leer másDamián se acomodó en la lujosa sala de juntas, con sus dedos tamborileando suavemente sobre la mesa de caoba. A pesar de su aparente tranquilidad, su instinto animal lo mantenía en alerta. Había algo en el aire, un aroma que despertaba algo profundo en su ser. Su ceño se frunció y sus mandíbulas se tensaron.Sebastián, sentado a su lado, lo observó con una sonrisa ladina.—Parece que estás más nervioso de lo normal, amigo.Damián giró el rostro con frialdad.—No son nervios. Es algo más. No me gusta lo que siento.Antes de que Sebastián pudiera responder, la puerta de la sala de juntas se abrió y entró una mujer. Carmen, la eficiente secretaria, los recibió con una sonrisa profesional.—Buenos días, señores. La señorita Moretti los recibirá en breve. Mientras tanto, les traeré café.Damián asintió con un leve movimiento de cabeza y Carmen desapareció tras la puerta. Su inquietud aumentaba con cada segundo que pasaba. Miró hacia la ventana de la sala, donde la ciudad se extendía bajo u
El sol de la tarde se filtraba a través de los amplios ventanales de la oficina de Luna Moretti, proyectando destellos dorados sobre los muebles de madera oscura y el moderno escritorio de cristal. La vista desde el piso alto del rascacielos ofrecía una panorámica de la ciudad, con sus calles bulliciosas y el constante ir y venir de automóviles. La oficina irradiaba poder y sofisticación, reflejando perfectamente la personalidad de su dueña: fuerte, imponente y con un gusto impecable.Sentada en su enorme silla de cuero, Luna revisaba minuciosamente el documento que Emiliano Altamira le había presentado. Cada página detallaba los términos del acuerdo de inversión que proponía. A medida que analizaba cada punto, su mente calculadora iba sopesando los pros y los contras. La propuesta era sólida, y Luna apreciaba la claridad con la que Emiliano había estructurado su plan. Finalmente, tras unos minutos de profundo análisis, levantó la vista y lo observó con una leve sonrisa.Emiliano, que
El motor del elegante automóvil negro se apagó suavemente cuando Luna Moretti estacionó en el lugar reservado para la directora ejecutiva de Moretti Cop. A su lado, Emiliano Altamira hizo lo mismo con su vehículo, un sedán de lujo que reflejaba su éxito y buen gusto. Ambos bajaron casi al mismo tiempo, y sus miradas se encontraron fugazmente bajo la tenue luz matinal que filtraban los altos edificios de la ciudad.El estacionamiento de la empresa estaba ubicado en el subsuelo del imponente rascacielos que Luna había convertido en el emblema de su imperio. Con una estructura moderna de vidrio y acero, Moretti Corp. se alzaba majestuosa en el corazón financiero de la ciudad. La fachada reflectante dejaba ver el cielo grisáceo de la mañana, mientras que las puertas principales, enormes y automáticas, se abrían con sensores al detectar a los visitantes.Marcos, el tío de Luna, se puso en marcha con paso seguro junto a su sobrina, mientras Emiliano los seguía con interés. Al cruzar las pue
La luz de la luna se filtraba a través de los ventanales de la inmensa habitación, proyectando sombras alargadas sobre los muebles de diseño minimalista. Luna Moretti parpadeó, sacudida por los vestigios del sueño que la había atrapado en aquel recuerdo doloroso. Se sentó en la orilla de su enorme cama con dosel, sus dedos acariciando la fina seda de las sábanas mientras intentaba calmar su respiración acelerada. Diez años habían pasado, pero el dolor seguía siendo igual de punzante.Un leve toque en la puerta la hizo alzar la mirada.—Señorita Luna, su tío acaba de llegar. Quiere verla.La voz de la ama de llaves sonó con respeto, pero también con cierta urgencia. Luna cerró los ojos por un instante, dejando escapar un suspiro.—Dile que ya bajo.La mujer asintió y se retiró. Luna se puso de pie, deslizándose hasta el lujoso baño adyacente a su habitación. El enorme espejo reflejó su rostro: piel pálida, ojeras sutiles, ojos verdes claros llenos de una determinación inquebrantable. S
El rugido de los motores llenaba la cabina del lujoso jet privado, mientras Luna Moretti miraba fascinada por la ventanilla. A sus trece años, la inmensidad del cielo le parecía un sueño inalcanzable. Su madre, Alessandra, le sonreía con ternura, y su padre, Marco, un hombre de negocios exitoso, revisaba documentos con una expresión concentrada.—¿A dónde vamos, mamá? —preguntó Luna emocionada.—Es una sorpresa, cariño —respondió su madre con una risa suave, acariciando su cabello rubio.Pero la calidez del momento se rompió abruptamente cuando una sacudida violenta estremeció el avión. Las luces parpadearon y el sonido ensordecedor de alarmas llenó la cabina.—¡Señor Moretti! —gritó el piloto desde la cabina—. ¡Hemos perdido el control del motor derecho!El caos se desató. La aeronave descendía a una velocidad alarmante. Luna sintió un nudo en el estómago cuando el suelo pareció desaparecer bajo sus pies. Los gritos de la tripulación y el eco de las alarmas la envolvían, pero lo únic
Último capítulo