El destino de Luna Moretti quedó sellado en un bosque oscuro y sangriento. A los trece años, su vida se hizo trizas cuando un accidente aéreo la dejó atrapada junto a su padre herido. Pero la verdadera pesadilla comenzó cuando un lobo negro apareció entre las sombras y, sin piedad, lo asesinó ante sus ojos. En su desesperación, Luna logró herir al monstruo, dejándolo marcado de por vida, antes de caer desmayada sobre un lobo blanco de ojos gélidos, sin saber que había salvado al mismísimo Alfa de una poderosa manada. Diez años después, Luna es una exitosa mujer de negocios, fría y calculadora, impulsada por un único objetivo: encontrar al asesino de su padre y hacerle pagar con su vida. Lo que no imagina es que su enemigo está más cerca de lo que cree… y que el hombre que más odia en el mundo no es el único lobo que acecha en las sombras. Damián Blackwood, Alfa de su clan, también ha cambiado. Ha enterrado su lado humano bajo una máscara de dominio y frialdad. Pero cuando su camino se cruza con el de Luna, una mujer que desafía su control y enciende un deseo que no puede ignorar, comprende que su batalla no solo es contra sus enemigos, sino contra sí mismo. Mientras Viktor Dragovic, el lobo al que Luna dejó marcado y tuerto, planea su venganza, Damián deberá protegerla sin revelar su identidad. Pero Luna no es una damisela indefensa… y cuando la verdad salga a la luz, quizás sea ella quien termine marcando el destino de todos. ¿Podrá el odio transformarse en algo más profundo? ¿O la venganza los consumirá antes de descubrir la verdad?
Leer másLa brisa del bosque aún los envolvía cuando salieron del claro.Sebastián ya los esperaba junto al auto, alerta, con la puerta trasera abierta.Luna subió primero, en silencio, pero antes de cerrar la puerta miró por última vez los árboles, como si algo en su interior le dijera que su vida jamás volvería a ser igual. Y no se equivocaba.Damián caminó con paso firme. Antes de entrar al auto, cruzó una mirada rápida con Sebastián.No hicieron falta palabras. Ambos sabían lo que eso significaba: tenían que dejar a Luna a salvo y reagrupar la manada de inmediato.Lo de esta noche no era un simple ataque. Era una advertencia.Viktor había mandado a sus lobos a matar a Luna Moretti. Y eso tenía un solo propósito: guerra.Damián entró al auto. Se acomodó en el asiento junto a Luna, sacudiendo las hojas secas de su chaqueta.Sebastián cerró la puerta con firmeza y se dirigió al asiento del conductor.Pero lo que ocurrió después tomó a Damián completamente por sorpresa.Luna, sin decir palabra
Luna estaba paralizada.Sus ojos no podían apartarse del enorme lobo blanco que tenía frente a ella. Su aliento se agitaba, sus labios entreabiertos, su corazón latiendo como si quisiera escapar de su pecho. Ese lobo… ese mismo lobo de sus recuerdos… estaba justo allí.El silencio del bosque fue interrumpido por los pasos veloces de los otros lobos que llegaban en estampida, rodeándolos. Luna tragó saliva con dificultad; estaba aterrada, no estaba tan segura si su vida corría peligro.La manada, como si estuviera coreografiada por un mismo pensamiento, se alineó en dos columnas a los lados del gran alfa blanco. Todos bajaban sus cabezas en reverencia. No solo ante él… también hacia ella.Luna giró lentamente, observando aquel impresionante espectáculo. Eran muchos. Decenas. Todos distintos, pero iguales en respeto, en devoción… en lealtad.Y entonces, sus ojos volvieron al lobo blanco.Él estaba allí, de pie, imponente pero en calma. Y sin previo aviso, se tumbó frente a ella, apoyand
– El árbol del recuerdoLuna sonrió victoriosa y volvió a tomar su mano con decisión. Siguieron caminando, más despacio esta vez, como si cada paso fuese parte de un recuerdo.A los pocos minutos, Luna detuvo su paso y levantó el brazo, señalando hacia algo en la distancia.—Mira ese árbol… —susurró—. Es enorme… y hermoso. Acerquémonos.Damián lo vio. Era un roble viejo, imponente, con raíces gruesas que se extendían como brazos sobre la tierra. Sus ramas subían al cielo como si quisieran tocar las estrellas.—Está bien —respondió, su voz más suave esta vez.Caminaron hasta el árbol. Luna se adelantó y apoyó una mano sobre su corteza. Cerró los ojos y suspiró. La textura áspera del tronco parecía contar historias que solo la naturaleza podía guardar.Damián la observaba en silencio. El viento jugaba con su cabello, revolviéndolo ligeramente. El reflejo de la luna caía sobre su rostro, y por un instante, se vio a sí mismo hace diez años, herido, atrapado… y a esa misma niña de ojos ve
El guardaespaldas bajó la cabeza, claramente nervioso.—Ella… ella se marchó sin mí, señor. No pude detenerla. Dijo que estaría bien que no la siguiera.El rostro de Marcos se transformó por completo. Sin pensarlo dos veces, levantó la mano y le propinó una cachetada violenta al lobo infiltrado, tan fuerte que la cabeza del hombre giró hacia un lado.—¡¿Cómo que la dejaste ir sola, imbécil?! ¡Ese no era tu trabajo! ¡¿En qué demonios estás pensando?!En ese momento, Emiliano salía del edificio, abrochándose su saco y ajustando su reloj de pulsera. Al escuchar los gritos, se giró y observó la escena. Su rostro cambió, caminó con calma y se acercó a ellos.—¿Qué sucede? —preguntó fingiendo preocupación, aunque en el fondo disfrutaba del caos.Marcos lo miró con el rostro enrojecido por la ira.—Este inútil dejó que Luna se marchara sin protección. ¡Sola! ¡Sin vigilancia!Emiliano apretó los labios, como conteniendo una risa, y con una sonrisa ladeada dijo:—Tranquilo, Marcos… los vi. Lun
Entonces se giró hacia Sebastián, bajó aún más la voz y dijo:—Ya sabes lo que tienes que hacer.—Está bien, jefe —asintió Sebastián, serio, sabiendo que debía estar alerta.Damián extendió la mano hacia Luna.—¿Confías en mí?Ella lo miró a los ojos. Esos ojos que tantas veces la confundían, que la perseguían en sueños… los mismos que le recordaban a aquel lobo blanco.—Sí —susurró, y colocó su mano en la de él.Comenzaron a caminar. El bosque los envolvía, sus sonidos, su esencia. Las hojas crujían bajo sus pies. Damián miró los zapatos altos de Luna y arqueó una ceja.—Pisa con cuidado. Esos tacones no son los mejores para este terreno.Luna soltó una risa suave, casi nerviosa.—No te preocupes, trataré de no tropezar. Caminaremos lento.Damián no soltó su mano.Luna cerró los ojos un momento y respiró profundamente. El olor a tierra húmeda, a ramas y a musgo… todo era tan familiar.—Este olor… —murmuró—. A hierba, a arena mojada… es como si estuviera allí otra vez. Como si el tiem
Damián alzó la mano e hizo una leve seña al mesero. El joven, atento, se acercó con rapidez. Damián sacó una tarjeta negra de su chaqueta y se la extendió sin decir palabra, manteniendo la mirada fija en Luna.Ella seguía observando por la ventana, hipnotizada por el reflejo pálido de la luna llena que colgaba en el cielo. Sus pensamientos estaban muy lejos del restaurante elegante en el que se encontraban.—¿Estás segura de que quieres ir al bosque? —preguntó Damián de pronto, rompiendo el silencio con una voz suave, pero seria.Luna volvió su rostro hacia él, su expresión desafiante.—¿Qué pasa? ¿Ya te arrepentiste de querer llevarme? —dijo con una ceja levantada, pero sin perder ese toque de ironía que a veces usaba para defenderse de sus emociones.Damián negó con la cabeza, sin apartar la mirada de sus ojos verdes.—No es eso, Luna —respondió con sinceridad—. Se trata de ti. Ir a ese lugar... podrías sentir cosas que no esperas, cosas que podrían hacerte daño. Y lo último que qui
Último capítulo