– El árbol del recuerdo
Luna sonrió victoriosa y volvió a tomar su mano con decisión. Siguieron caminando, más despacio esta vez, como si cada paso fuese parte de un recuerdo.
A los pocos minutos, Luna detuvo su paso y levantó el brazo, señalando hacia algo en la distancia.
—Mira ese árbol… —susurró—. Es enorme… y hermoso. Acerquémonos.
Damián lo vio. Era un roble viejo, imponente, con raíces gruesas que se extendían como brazos sobre la tierra. Sus ramas subían al cielo como si quisieran tocar las estrellas.
—Está bien —respondió, su voz más suave esta vez.
Caminaron hasta el árbol. Luna se adelantó y apoyó una mano sobre su corteza. Cerró los ojos y suspiró. La textura áspera del tronco parecía contar historias que solo la naturaleza podía guardar.
Damián la observaba en silencio. El viento jugaba con su cabello, revolviéndolo ligeramente. El reflejo de la luna caía sobre su rostro, y por un instante, se vio a sí mismo hace diez años, herido, atrapado… y a esa misma niña de ojos ve