Valentina
En ese momento, la puerta se abrió de golpe. Alessandro giró la cabeza bruscamente y sus gritos se silenciaron de inmediato.
Nicola entró primero, su presencia oscura y autoritaria llenando la sala como siempre lo hacía, seguido de Bianca y Lorenzo.
Mi marido vino directamente hacia mí; su mirada pasó primero a Alessandro y luego se clavó en mis ojos, evaluándome detenidamente
Sin decir una palabra, rodeó mi cintura con su brazo, su contacto fuerte y firme, demostrando a todos que yo era suya... pero también mostrándome a mí su apoyo incondicional.
Bianca caminó con una lentitud digna de un depredador. Sus ojos nunca abandonaron a Alessandro, que ahora era más una sombra del hombre que había sido hace unas semanas atrás.
Ella se detuvo frente a él, cruzándose de brazos mientras lo miraba con algo que no era solo odio, sino una especie de calma helada.
—Yo decidiré tu final, Alessandro, —dijo, su tono controlado pero cargado de odio—. Pero... no voy a ensuciarme las manos con