Capítulo: Secreto peligroso.
Rhyssa se alejó a paso firme, pero por dentro se desmoronaba.
Sus ojos estaban anegados en lágrimas, y sus labios temblaban sin consuelo.
Apretó los puños hasta clavarse las uñas en las palmas, resistiendo el impulso de gritar como una loba herida.
Al doblar un pasillo solitario, se desplomó contra la pared, jadeando, como si el aire se le escapara, junto con su dignidad.
—¡No puede ser! —susurró entre dientes, como si el universo pudiera oírla y cambiar de opinión—. ¡No puede ser!
Sus hombros temblaban. Las lágrimas rodaban por sus mejillas impecablemente maquilladas, arruinando todo el esfuerzo que había hecho por verse perfecta… por agradarle a él.
Apoyó la frente contra el muro de piedra fría y cerró los ojos con fuerza, intentando borrar la escena que acababa de presenciar: Elara, herida y aun así viva, aun así, amada, aun así... elegida.
La Luna maldita de esa manada, cuando ella creía que ese debía ser su destino.
«¡No llegué tan lejos solo para quedarme con las manos vacías! No