Eyssa, con la furia de su loba, se preparó para enfrentar a Bea, sabiendo que la batalla que se avecinaba no solo era por su vida, sino por el futuro de su cachorro.
El bosque se convirtió en un escenario de confrontación, donde los lazos de sangre y amor se entrelazaban con la traición y el deseo de venganza.
La atmósfera se volvió tensa, como un arco a punto de romperse, y todos los presentes sintieron que el destino de sus vidas pendía de un hilo.
En el corazón del bosque, la lucha entre lo que era correcto y lo que era necesario estaba a punto de comenzar, y nadie podía predecir quién saldría victorioso.
—Hijo, no es así, Heller… —dijo Bea, su voz temblando mientras intentaba alcanzar a su hijo con palabras de consuelo.
—¡Tú…! ¿Eres…? ¿Eres solo esto? Una malvada, arruinaste la vida de mi padre, la de mi hermano, la de todos. ¿Por qué? ¿Por el trono? —Heller comenzó a reír con locura, una risa que resonaba en el aire como un eco sombrío, lleno de dolor y desesperación.
—Heller —su