Veintiún años después.
Era un día de celebración en el reino del Sur, un día que marcaba un nuevo comienzo y la coronación del nuevo rey Alfa, Hermis.
La atmósfera estaba impregnada de una mezcla de alegría y nostalgia, un recordatorio de todo lo que había sucedido en el pasado.
Hermis asumía el trono junto a su Luna, Nya, y juntos eran la imagen de la perfección, un dúo que prometía traer paz y prosperidad a su imperio.
Además, se unían como pareja destinada.
La ceremonia de coronación era majestuosa.
El sol brillaba en el cielo, y la gente se había reunido en la plaza central, donde estandartes de colores vibrantes ondeaban al viento.
Las risas y los vítores llenaban el aire, pero en el corazón de Hermis, había un eco de tristeza.
Mahi, su madre, había fallecido dos años atrás, y aunque había partido en completa paz, su ausencia se sentía profundamente en cada rincón de la celebración.
Ella había sido una guía, una madre amorosa que siempre había estado dispuesta a ofrecer su apoyo